Arrancan los Juegos de París 2024, la lección del deporte en un mundo en conflicto

Inician los Juegos Olímpicos en París 

24 julio 2024
Marco Guerra - Ciudad del Vaticano | Vatican News

Hoy, miércoles 24 de julio, tendrán lugar las primeras competiciones olímpicas, pero la ceremonia de inauguración de los Juegos de París 2024 se celebrará en el Sena el viernes por la noche. Más de 10.000 atletas de 205 países de todo el mundo animarán estas Olimpiadas, que se celebran en un contexto geopolítico afectado por guerras continuas.

Todos los focos del mundo estarán puestos en París, donde se celebrará la ceremonia oficial de inauguración de los XXXIII Juegos Olímpicos el viernes 26 de julio a las 19.30 horas, mientras que las primeras competiciones comienzan este miércoles 24. Unos 10.500 atletas de 205 países participantes desfilarán primero en barcos por el río Sena y luego en una ceremonia más tradicional en el Trocadero, frente a la Torre Eiffel.

El tema de los refugiados

Bajo la «bandera» del equipo de Atletas Refugiados, participan 36 atletas de 11 países diferentes, que compiten en 12 deportes; en concreto, proceden de la República Democrática del Congo, Eritrea, Etiopía, Sudán, Sudán del Sur, Siria, Irán, Camerún, Afganistán, Cuba y Venezuela.

La composición del equipo fue aprobada por el Consejo Ejecutivo del COI y se basa en una serie de criterios, entre ellos el rendimiento deportivo de cada atleta y su condición de refugiado verificada por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Lo que está causando más controversia es la decisión del Comité Olímpico Internacional (COI) de prohibir la participación de Rusia y Bielorrusia como naciones. Los dos países quedan formalmente excluidos de los Juegos debido al ataque de Moscú a Ucrania. Sin embargo, los atletas podrán participar a título individual, aunque sin bandera ni himno nacional.

El deseo de una tregua olímpica

Esta edición de los Juegos Olímpicos también se verá afectada por la situación geopolítica mundial, los conflictos y los grandes acontecimientos que sacuden a las sociedades globales y a la opinión pública mundial.

La esperanza es que esta celebración del deporte pueda contaminar la diplomacia internacional para llegar a una «tregua olímpica» y detener las guerras en curso, como deseó el Papa Francisco en su Ángelus del domingo 21 de julio.

«Espero que este evento pueda ser un signo del mundo inclusivo que queremos construir y que los atletas, con su testimonio deportivo, sean mensajeros de paz [...]. Que los Juegos Olímpicos sean una oportunidad para establecer una tregua en las guerras, demostrando un sincero deseo de paz», dijo Francisco.

Cucchi: Juegos en tiempos de guerra

En cuanto a la sombra del contexto geopolítico que reverbera sobre estos juegos, Riccardo Cucchi, uno de los nombres más conocidos del periodismo deportivo italiano escuchado por Radio Vaticana-Vatican News, observa que está a punto de comenzar una de las Olimpiadas más afectadas por las numerosas guerras del planeta, «una realidad bélica quizás nunca vista en la historia de los Juegos».

Cucchi, comenta la exclusión de Rusia y Bielorrusia y considera «significativa» la participación de una delegación de atletas de Palestina, reducida a un pequeño número a causa de los numerosos deportistas muertos en los bombardeos de la Franja de Gaza.

Por último, el periodista también se detiene en la polémica prohibición impuesta por Francia a sus atletas femeninas de participar en competiciones llevando el velo islámico.

La lección del deporte

A continuación, Cucchi recordó otros acontecimientos históricos que han condicionado ediciones anteriores de los Juegos Olímpicos.

Por último, se detuvo en el espíritu que ha animado el movimiento olímpico moderno, a saber, «el deseo no declarado de esterilizar las guerras», porque la práctica del deporte permite «calmar esta ansiedad de competición y de agresión en un terreno deportivo», «el deporte enseña -continuó- que los hombres también pueden luchar, pero sin derramamiento de sangre, sin matarse unos a otros». 

Desgraciadamente, concluye Cucchi, «esta esperanza se ha desvanecido en demasiadas ocasiones y el deporte no ha podido contribuir a la paz».

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