Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Viernes, 20 de diciembre de 2024.


Tiempo Litúrgico: Adviento. Semana III.
   Color del día: Morado.  


Oración colecta

Oh, Dios de eterna grandeza, ya que la Virgen Inmaculada, por el anuncio del ángel, acogió tu verbo inefable y, transformada en templo de tu divinidad, se llenó con la luz del Espíritu Santo, concédenos que, a ejemplo suyo, aceptemos humildemente tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
Mirad: la virgen está encinta

Lectura del libro de Isaías 7, 10-14

En aquellos días, el Señor habló a Ajaz y le dijo: «Pide un signo al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo».

Respondió Ajaz: «No lo pido, no quiero tentar al Señor».

Entonces dijo Isaías: «Escucha, casa de David: ¿no os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará un signo: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel».

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Esta profecía mesiánica surge en el contexto en el cual, el pueblo de Israel, temeroso ante la proximidad de una invasión, se siente tentado a recurrir a Asiria para que lo salve.

Es aquí que Dios les recuerda que su único salvador es él y que, como prueba de su presencia y su poder, les dará una señal para que ya no duden y confíen plenamente en él. Esta señal vendrá a convertirse precisamente en la llegada del Mesías, que es Dios-con-nosotros.

El pueblo quizás no imaginó la profundidad de estas palabras, las cuales quedaron aún lejos de iluminar la realidad que Dios tenía pensada para la salvación del pueblo, pues si bien la Encarnación del Verbo realizó el cumplimiento de la profecía, el envío del Espíritu Santo, producto de este proyecto salvífico, hizo que Dios sea ahora Dios-en-nosotros.

Hazte, pues, consciente de que Dios es-en-ti, y que desde tu corazón busca iluminar y salvar a toda la humanidad.

Salmo responsorial
Sal 23, 1b-2. 3-4ab. 5-6

R. Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria.
  • Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. R.
  • ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. R.
  • Ese recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Esta es la generación que busca al Señor, que busca tu rostro, Dios de Jacob. R.

Aclamación antes del Evangelio

R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Llave de David, que abres las puertas del Reino eterno, ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas. R.

EVANGELIO
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo

Lectura del santo Evangelio
según san Lucas 1, 26-38

En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.

El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».

Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».

Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»

El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, “porque para Dios nada hay imposible”».

María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel se retiró.

Palabra del Señor.

Reflexión sobre el Evangelio

Al acercarnos a la Navidad, la liturgia nos vuelve a proponer para nuestra reflexión el hermoso pasaje de la Anunciación, en el cual se destaca la palabra con la que saluda el ángel a Nuestra Madre Santísima: "¡Alégrate!". Este saludo es para nosotros también una invitación a la alegría mesiánica; el Salvador que era esperado con ansia por el pueblo, estaba siendo anunciado a una Virgen con gran alegría.

Hoy, en medio de un mundo convulsionado por la guerra, el hambre, el terrorismo, la drogadicción y tantas tragedias que nos circundan, este mensaje de alegría tiene que redoblar en nosotros la esperanza: ¡Alégrate!, el mal y el pecado no van a triunfar; nuestro Salvador regresará y nos dará a los que permanezcamos fieles a su Evangelio, la gloria y la paz eternas.

Esta Navidad, tiene que ser el preámbulo de esta era mesiánica, tiene que ser la oportunidad de recordar que nosotros, como Cristo en el pesebre, tenemos una misión que cumplir; que no importa nuestra pequeñez, sino nuestra apertura a Dios para hacer su voluntad.

Dispón tu corazón para que, como María, puedas ser el medio por el cual, la salvación en Cristo Jesús llegue a tu ambiente, especialmente a tu familia. A este anuncio de salvación que Dios hoy te hace a ti, respóndele con generosidad como María Santísima, diciéndole: "Hágase en mi según tu palabra".

Antífona de la Comunión

El ángel dijo a María: "Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús".

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Oración después de la Comunión

Protege, Señor, con tu poder divino a los que alimentas con los dones del cielo, para que, al participar de tus misterios, les concedas gozar de la paz verdadera. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración

Señor, que mi ser lleno de tu presencia sirva para que ilumines al mundo y lo lleves hasta la plenitud de tu amor, yo te ratifico mi disposición de ser tu instrumento; úsame como quieras, Señor, y santifícame.

Acción

Este día seré muy consciente de que mi ser es el ser de Cristo, y haré todas las cosas como él las haría.

Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).