Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Jueves, 20 de marzo de 2025.


Tiempo Litúrgico: Cuaresma. Semana II.
   Color del día: Morado.  


Antífona de entrada
Sal 138, 23-24

Oh, Dios, ponme a prueba y conoce mis sentimientos; mira si mi camino se desvía y guíame por el camino eterno.

Oración colecta

Oh, Dios, que amas y devuelves la inocencia, atrae hacia ti los corazones de tus siervos para que, llenos del fervor de tu espíritu, permanezcamos firmes en la fe y eficaces en las obras. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
Maldito quien confía en el hombre;
bendito quien confía en el Señor.

Lectura del libro de
Jeremías 17, 5-10

Esto dice el Señor: «Maldito quien confía en el hombre, y busca el apoyo de las criaturas, apartando su corazón del Señor.

Será como cardo en la estepa, que nunca recibe la lluvia; habitará en un árido desierto, tierra salobre e inhóspita.

Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza.

Será un árbol plantado junto al agua, que alarga a la corriente sus raíces; no teme la llegada del estío, su follaje siempre está verde; en año de sequía no se inquieta, ni dejará por eso de dar fruto.

Nada hay más falso y enfermo que el corazón: ¿quién lo conoce?

Yo, el Señor, examino el corazón, sondeo el corazón de los hombres para pagar a cada cual su conducta según el fruto de sus acciones».

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Quizás la causa de que muchos hermanos vivan en una constante zozobra, llenos de miedos y angustias, es el querer construir su vida y realizar sus proyectos con sus propias fuerzas.

Parecería que, después de tantos años y de tantos intentos fallidos, no nos hemos dado cuenta de lo débiles que somos para realizarlo. Si queremos que nuestra vida sea una vida plena, llena de paz, de alegría y, sobre todo, de esperanza, es necesario que le dejemos más espacio a Dios para obrar en ella. 

Hoy, más que nunca, el hombre tiene que dejar que sea Dios quien construya su vida y quien dé impulso a sus proyectos, pues sólo Dios es poderoso y capaz de hacer lo que para nosotros no es posible.

Poner nuestra confianza en Dios implica soltarse, dejar que Dios vaya tomando el control de nuestra vida. "Pon todo tu esfuerzo -decía un santo- como si todo dependiera de ti, pero confía totalmente en Dios como si todo dependiera de él". Esta es la clave para que nuestra vida transcurra en la paz de Dios.

Salmo responsorial
Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6

R. Dichoso el hombre que ha
puesto su confianza en el Señor.
  • Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. R.
  • Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. R.
  • No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal. R.

Aclamación antes del Evangelio
Lc 8, 15

R. La salvación y la gloria y el poder son del Señor Jesucristo.

Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios con un corazón noble y generoso, la guardan y dan fruto con perseverancia. R.

EVANGELIO
Recibiste bienes, y Lázaro males:
ahora él es aquí consolado,
mientras que tú eres atormentado.

Lectura del santo Evangelio
según san Lucas 16, 19-31

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día.

Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico.

Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.

Sucedió que se murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán.

Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo: «Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas».

Pero Abrahán le dijo: «Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado.

Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros.»

Él dijo: «Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento».

Abrahán le dice: «Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen».

Pero él le dijo: «No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán.»

Abrahán le dijo: «Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto.»»

Palabra del Señor.

Reflexión sobre el Evangelio

La enseñanza de Jesús es clara: las cosas hay que hacerlas en este mundo, después ya no tiene sentido. Dos ideas surgen de este texto: la primera sería el revisar nuestra vida para ver si no estamos dejando nuestras obras de caridad para cuando no tendrán ya ningún valor.

Y esto, porque en el mundo materialista y tan veloz en el que vivimos, quizás como éste hombre rico, no nos damos cuenta de cuánta miseria está a nuestro alrededor. Es cierto que no la podemos resolver totalmente, sin embargo, es seguro que al menos algo podemos hacer, mucho más si nos organizamos para ello.

La segunda idea sería el pensar en nuestras propias familias: ¿Están ellas viviendo de acuerdo al Evangelio?

El hombre rico se preocupó de ella cuando ya nada podía hacer. Hoy y ahora es el momento de hacer algo: invitarlos a un retiro, a los ejercicios cuaresmales, a regresar al sacramento de la reconciliación. No dejemos que nuestra vida agitada nos haga perder de vista al hermano, sobre todo, al necesitado.

Antífona de comunión
Sal 118

Dichoso el que, con vida intachable, camina en la ley del Señor.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Oración después de la comunión

Te pedimos, Señor, que el fruto de este sacrificio permanezca en nosotros y se manifieste siempre en nuestras obras. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración

Tú, Señor, conoces mi corazón y cada uno de mis pensamientos, tú conoces mis acciones. Por eso hoy me dirijo a ti, Dios mío, para que me enseñes a confiar y a abandonarme en ti.

Quiero ser como ese árbol plantado junto al agua, que siempre está verde y frondoso; quiero que, gracias al contacto contigo, mi vida nunca deje de dar fruto.

Acción

Hoy buscaré la cosa que más me preocupa y que me agobia y se la entregaré al Señor, confiando en que será él quien la resuelva; y si él desea usarme en esa situación, estaré disponible, pero con la firme idea de que es la mano de Dios ocupándose de mi causa.

Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).