¿Qué hacer ante los “valles oscuros” y la muerte? Responde el Papa Francisco.


VATICANO, 14 Mar. 16 / 07:56 am (ACI).- Ante los “valles oscuros” de lavida, el sufrimiento y la muerte, como el martirio de las cuatro Misioneras de la Caridad asesinadas en Yemen, el cristiano ha de saber que puede encomendarse con fe a la voluntad de Dios que camina siempre junto a su pueblo, junto a cada persona.

Así lo explicó esta mañana el Papa Francisco en la homilía de la Misa que presidió en la Casa Santa Marta, reflexionando en el pasaje del libro de Daniel que narra el caso de Susana, una mujer casada y justa “ensuciada” por el “deseo malo” de dos ancianos, que prefiere encomendarse a Dios y morir inocente antes que hacer lo que querían ellos.

“Cuando nosotros hoy vemos tantos valles oscuros, tantas desgracias, tanta gente que se muere de hambre, de guerra, tantos niños minusválidos, tantos… tantos que ahora, tú les preguntas a sus padres: ‘¿Pero qué enfermedad tiene?’ – ‘Nadie lo sabe: se llama enfermedad rara’. Es lo que nosotros hacemos con nuestras cosas: pensemos en los tumores de la ‘Tierra de fuegos’ (una vasta área en el sur de Italia donde hay desechos tóxicos y hogueras de basura que afectan a la población) Cuando tú ves todo esto, ¿pero dónde está el Señor? ¿Dónde estás? ¿Tú caminas conmigo? Este era el sentimiento de Susana. También el nuestro”, dijo el Papa.

“Tú ves a estas cuatro hermanas masacradas: pero, servían por amor, y ¡terminaron masacradas por odio! Cuando tú ves que se cierran las puertas a los prófugos y se los deja afuera, al aire, con el frío. ¿Pero Señor, dónde estás Tú? ¿Cómo puedo encomendarme a Ti si veo todas estas cosas? Y cuando las cosas me suceden a mí, cada uno de nosotros puede decir: ¿pero cómo me encomiendo a Ti?”. “No se puede explicar, no, yo no soy capaz de esto”.

El Santo Padre cuestionó luego: “¿Por qué sufre un niño? No lo sé: es un misterio para mí. Sólo me da un poco de luz, no a la mente, sino al alma: Jesús en el Getsemaní: ‘Padre, este cáliz, no. Pero que se haga Tu voluntad’. Se encomienda a la voluntad del Padre. Jesús sabe que no termina todo con la muerte o con la angustia, y la última palabra de laCruz: ‘¡Padre, en Tus manos me encomiendo!’, y muere así. Encomendarse a Dios, que camina conmigo, que camina con mi pueblo, que camina con la Iglesia: y esto es un acto de fe. Yo me encomiendo. No sé: no sé por qué sucede esto, pero yo me encomiendo. Tú sabrás porqué”.

Esta es la enseñanza de Jesús: a quien se encomienda al Señor, que es Pastor, no le falta nada” incluso si va por un valle oscuro “sabe que el mal es un mal del momento, pero no habrá mal definitivo porque el Señor está, ‘porque Tú Señor estás conmigo’. Esta es “una gracia” que debemos pedir.

Señor, enséñame a encomendarme en tus manos, a encomendarme a tu guía, también en los momentos feos, en los momentos oscuros, en el momento de la muerte”, alentó Francisco.

“Nos hará bien, hoy, pensar en nuestra vida, en los problemas que tenemos y pedir la gracia de encomendarnos en las manos de Dios. Pensar en tanta gente que ni siquiera recibe una última caricia en el momento de morir”, dijo el Pontifice.

“Hace tres días falleció uno, aquí, por la calle, un sin techo: murió de frío. En plena Roma, una ciudad con todas las posibilidades para ayudar. ¿Por qué, Señor? Ni siquiera una caricia… Pero yo me encomiendo, porque Tú no decepcionas”, concluyó.

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