Tiempo Litúrgico: Ordinario - Semana X.
Color del día: Blanco.
Memoria obligatoria: Santa María Virgen, Madre de la Iglesia.
Memoria libre: San Marcelino Champagnat, fundador.
Primera Lectura
Lectura del primer libro
del Génesis (3, 9-15.20)
Madre de todos los vivientes.
Después de que el hombre y la mujer comieron del fruto del árbol prohibido, el Señor Dios llamó al hombre y le preguntó: "¿Dónde estás?". Este le respondió: "Oí tus pasos en el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo y me escondí". Entonces le dijo Dios: "¿Y quién te ha dicho que estabas desnudo?" ¿Has comido acaso del árbol del que te prohibé comer?
Respondió Adán: "La mujer que me diste por compañera me ofreció del fruto del árbol y comí". El Señor Dios dijo a la mujer: "¿Por qué has hecho ésto?. Repuso la mujer: "La serpiente me engañó y comí".
Entonces dijo el Señor Dios a la serpiente: "Porque has hecho esto, serás maldita entre todos los animales y entre todas las bestias salvajes. Te arrastrarás sobre tu vientre y comerás polvo todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya; y su descendencia te aplastará la cebeza, miestras tu tratrás de morden su talón".
El hombre le puso a su mujer el nombre de "Eva", porque ella fue la madre de todos los vivientes.
Salmo responsorial
(86, 1-2. 3 y 5. 6-7)
R/ De ti, Jersulaén, ciudad del Señor,
se dirán maravillas.
- Jerusalén glosiosa, el Señor ha puesto en ti su templo. Tu eres más querida para Dios que todos los santuarios de Israel. R.
- De tí, Jerusalén, ciudad del Señor, se dirán maravillas. Y de ti, Jerusalén, afirmarán: "Todos los pueblos han nacido en ti y el Altísimo es tu fortaleza". R.
- El Señor registrará en el libro de la vida a cada pueblo, convertido en ciudadano tuyo; y todos los pueblos te cantarán, bailando: "Tu eres la fuente de nuestra salavación". R.
Evangelio
† Del santo Evangelio según
san Juan (19, 25-34)
Ahí está tu hijo - Ahí está tu madre.
En aquel tiempo, estaban junto a la cruz de Jesús, su madre, la hermana de su madre, María de de Cleofás, y María Magdalena.
Al ver a su madre y junto a ella al doscípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: "Mujer, ahí está tu hijo". Luego dijo al discípulo: "Ahí está tu madre". Y desde aquella hora el discípulo se la llevó a vivier con él.
Después de ésto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo: "Tengo sed". Había allí un jarro lleno de vinagre. Los soldados sujetaron una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca. Jesís provó el vinagre y dijo: "Todo está cumplido", e inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Entonces los judios, como era el día de la preparación de la Pascua, para que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día muy solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y los quitaran de la cruz.
Fueron los soldados le quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que habían sido crucificados con Jesús. Pero al llegar él, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre y agua.
Reflexión
Adán llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.
La tradición de la Iglesia siempre ha considerado este texto a modo de profecía de quien sería la mujer cristiana por antonomasia: la Virgen María, Nuestra Señora. Esta es la razón por la que el papa Francisco determinó en 2018 declarar la fiesta de la Bienaventurada Virgen María como memoria obligatoria para toda la Iglesia.
“Eva” es ciertamente la madre de todos los creyentes. Su nombre significa “Vida” o “Madre”. Así nos lo refiere el autor sagrado indicando que es el hombre, Adán, quien la llama así. Y no es una denominación cualquiera. Su significación, esa esperanza más allá del “pecado original” es toda una apuesta de Dios por la mujer fiel que, como María, recibirá la Gracia extraordinaria de ser la Madre de Todos los Hombres.
La “Llena de Gracia” supera ese pecado de origen que conllevaba el dolor y la discriminación... aunque, lamentablemente, lo que el autor yahvista ya entonces señala, todavía está demasiado presente en nuestra sociedad y también entre los cristianos.
El texto del libro de los Hechos es bien significativo de la importancia de María en la comunidad apostólica que, tras la Ascensión del Señor, se reúne en oración con “algunas mujeres y María, la madre de Jesús y sus hermanos” en el Cenáculo. Es el preludio de Pentecostés y una referencia fundamental de esta primitiva Iglesia que espera.
Mujer, ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre
En esta frase se contiene el cumplimiento de la promesa y enlaza con Génesis 3, que ya hemos referenciado. María estaba al pie de la cruz y de pie, esperando un signo, una palabra. Y esta llega y quizá primeramente la desconcierte, pero seguramente calibraría la responsabilidad que implicaba. Es el nuevo Sí que da María en un momento decisivo en el Plan de Salvación.
“Ahí tienes a tu hijo”: a todos y cada uno de nosotros más allá de la carne y la sangre, una llamada y una mirada para “ver” al Hijo en sus hermanos los hombres. Y “ahí tienes a tu Madre”, la nueva Eva, desde el sí definitivo donde antes hubo una duda, un recelo... María es Nuestra Madre por antonomasia por generar a Jesús y por dar ejemplo de esperanza y determinación a pesar del sufrimiento y las dudas tras el drama del Calvario.
Pero en el relato de San Juan también hemos de destacar la entrega del Espíritu por parte de Jesús en la hora de la muerte, un Pentecostés anticipado al del Cenáculo y en medio de un paisaje desolador y oscuro. Y allí también estaba María, mirando expectante hacia su Hijo y recibiendo de inmediato este signo divino de Amor como en la Anunciación.
En esta fiesta de la Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, tal como la proclamó San Pablo VI en el Concilio Vaticano II, acerquémonos en oración y con devoción a Quien, con su Sí, disipó las brumas del mal de origen y nos posibilitó una nueva Esperanza.
“La Iglesia es femenina, porque es ‘iglesia, ‘esposa’: es femenina. Y es madre, da a la luz. Esposa y madre. Y los Padres van más allá y dicen: ‘También tu alma es esposa de Cristo y madre’. Y en esta actitud que viene de María, que es Madre de la Iglesia; de esta actitud podemos comprender esta dimensión femenina de la Iglesia que cuando falta, hace que la Iglesia pierda su verdadera identidad y se convierta en una asociación de beneficencia o en un equipo de fútbol, o en cualquier cosa, pero no en la Iglesia”.
(Homilía del Papa Francisco en la capilla de Santa Marta, día de la Virgen María, Madre de la Iglesia: la Iglesia, como María, es mujer y madre, lunes 21 de mayo de 2018).
Oración
Señor, tú eres mi proveedor, y por eso me siento confiado pues sé que nada me faltará en mi vida ya que tu estás siempre atento a mis necesidades. Hoy te consagro cada cosa que me hace falta, mis deudas, mi economía y todas aquellas cosas que sabes bien que necesito. Me abandono del todo a ti.
Acción
Hoy haré una ofrenda en la Iglesia, como signo de que no confío en mi capacidad de proveer, sino en el Señor que es providente.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro.
Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2021-2022, Conferencia Episcopal de Costa Rica