Tiempo Litúrgico: Ordinario - Semana XXV.
Color del día: Verde.
Memoria libre: 233 mártires de la guerra civil española.
Primera Lectura
Lectura del libro del
Eclesiastés (Cohélet) (1, 2-11)
No hay nada nuevo bajo el sol.
Todas las cosas, absolutamente todas, son vana ilusión.
¿Qué provecho saca el hombre de todos sus trabajos en la tierra? Pasa una generación y viene otra, pero la tierra permanece siempre.
El sol sale y se pone; corre y llega a su lugar, de donde vuelve a salir. Sopla el viento hacia el sur y gira luego hacia el norte, y dando vueltas y más vueltas, vuelve siempre a girar. Todos los ríos van al mar, pero el mar nunca se llena; regresan al punto de donde vinieron y de nuevo vuelven a correr.
Todo es difícil de entender: no deja el hombre de cavilar, no se cansan los ojos de ver ni los oídos de oír. Lo que antes existió, eso volverá a existir. Lo que antes se hizo, eso se volverá a hacer. No hay nada nuevo bajo el sol.
Si de alguna cosa dicen: “Mira, esto sí es nuevo”, aun esa cosa existió ya en los siglos anteriores a nosotros. Nadie se acuerda de los antiguos y lo mismo pasará con los que vengan: no se acordarán de ellos sus sucesores.
Reflexión sobre la Primera Lectura
Este pasaje del libro del Eclesiastés también llamado "Cohélet" nos presenta la superficialidad de todas las cosas.
El sabio, por más que ha querido encontrar las respuestas de los grandes misterios que preocupan al hombre, como son: ¿de dónde venimos?, ¿a dónde vamos?, ¿cuál es el sentido de nuestra vida?, sólo encuentra un cabal sentido en Cristo, ya que él mismo dijo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida".
Sí, cuando nuestra vida se desorienta, cuando se pierde el rumbo, nuestra única brújula para reencontrar el camino y para reencontrarnos es Dios. Ante ÉL, todo lo demás es superficialidad, vanidad, no tiene sentido; las cosas que hoy son, mañana no serán, lo único que permanece es Dios.
Pon tu confianza en ÉL, si miras sólo hacia abajo descubrirás un mundo que pasa; date tiempo en medio de tu agitado día para mirar también hacia arriba, hacia lo que no pasa, date tiempo en tu vida para pensar también en Dios.
Salmo responsorial
(Sal 89, 3-4. 5-6. 12-13. 14 y 17)
R/ Tú eres, Señor, nuestro refugio.
- Tú, Señor, haces volver al polvo a los humanos, diciendo a los mortales que retornen. Mil años son para ti como un día, que ya pasó; como una breve noche. R.
- Nuestra vida es tan breve como un sueño; semejante a la hierba, que despunta y florece en la mañana y por la tarde se marchita y se seca. R.
- Enséñanos a ver lo que es la vida y seremos sensatos. ¿Hasta cuándo, Señor, vas a tener compasión de tus siervos? ¿Hasta cuándo? R.
- Llénanos de tu amor por la mañana y júbilo será la vida toda. Que el Señor bondadoso nos ayude y dé prosperidad a nuestras obras. R.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (9, 7-9)
A Juan yo lo mandé decapitar. ¿Quién es
entonces éste de quien oigo semejantes cosas?
En aquel tiempo, el rey Herodes se enteró de todos los prodigios que Jesús hacía y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado; otros, que había regresado Elías, y otros, que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Pero Herodes decía: “A Juan yo lo mandé decapitar. ¿Quién será, pues, éste del que oigo semejantes cosas?” Y tenía curiosidad de ver a Jesús.
Reflexión sobre el Evangelio
Y tenía ganas de verlo
Fr. Antonio Bueno Espinar O.P.
Dominicos, Convento de Santa Cruz la Real (Granada)
La simple curiosidad, en la que la vida no queda comprometida, sirve para muy poco. Comparemos estas dos figuras: el tetrarca Herodes y Zaqueo. Los dos están situados, tienen su mundo. Pareciera que a los dos les mueve la curiosidad. Zaqueo solo quería ver cómo era Jesús y él comparte sentado a la mesa, y con sólo ese gesto, la curiosidad se trueca en justicia y compromiso.
Herodes, por el contrario, “tenía ganas de verlo”, por lo que oía decir. Oye hablar de él y lo que la gente dice: Juan ha resucitado de entre los muertos; otros que había aparecido Elías; otros, que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Siempre se mueven sobre imágenes conocidas, incapaces de reconocer la novedad que se les está presentando.
Herodes tiene una certeza: a Juan lo mandé decapitar yo, está convencido de que no es él. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas? Las ganas de verlo están en relación con la salida de dudas. Lo que importa es saber quién es, nada más.
En nuestra andadura cristiana es preciso tener claro lo que Jesús enseña y las obras que realiza. Porque en una y otras se está revelando quién es. Si lo que dice no se acepta fácilmente, no se cree, él mismo dirá: al menos creed las obras.
El criterio de discernimiento que él nos ofrece, válido entonces y válido ahora, nos coloca a todos en la necesidad de clarificar los motivos de la búsqueda o del interés por conocerle. Es conveniente clarificar si se trata de una mirada superficial, que no compromete, y que tampoco producirá cambio de vida, o, por el contrario, el deseo que nos mueve para verle incluye y da preferencia a ser mirados por él, para que su fuerza renovadora, suscite los cambios, infunda la fuerza para llevarlos a cabo y nada antepongamos a él.
Y esta búsqueda y mantenimiento en ella, exige el esfuerzo de la constancia, perseverar y dejar que el deseo se haga irrenunciable, porque entonces sí que habrá disposición para acoger su Persona y seguir sus enseñanzas, imitando su vida.
¿Cómo resuena en mí su Palabra? ¿Estoy dispuesto a dejar que cambie mi vida?
Oración
Señor, yo sé que mi vida sólo tiene sentido en ti, pues todo este camino en la tierra es simplemente vano. Te pido tu gracia para que mi paso por la tierra deje una huella que lleve hacia ti.
Acción
Hoy revisaré qué cosas de mi día son verdaderamente vanas y sin sentido y las cambiaré por cosas de verdadero valor.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro.
Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa.
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2021-2022, Conferencia Episcopal de Costa Rica.