Transforming Education Summit (ANSA)
20 septiembre 2022, 13:33
Fausta Speranza - Vatican News
➤➤ No hay que temer la renovación de los caminos educativos si el objetivo es una "aldea educativa" que promueva los valores del respeto, el diálogo y la solidaridad. Este fue el mensaje central del discurso del Secretario de Estado en la Cumbre para la Transformación de la Educación de la ONU.
La educación nos ayudará a superar las numerosas fisuras que existen en nuestras sociedades, construyendo comunidades más fuertes y resistentes basadas en los valores de la fraternidad humana y la solidaridad mutua. Esta es la convicción expresada por el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, en su discurso de ayer en Nueva York en la "Cumbre para la Transformación de la Educación", evento celebrado al inicio de la semana de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
El cardenal subrayó que el Papa Francisco habló claramente de la importancia de iniciar sin miedo un proceso de transformación y de mirar al futuro con esperanza, invitando a todos -jóvenes, profesores, responsables políticos y sociedad civil- a ser protagonistas de esta alianza comprometiéndose a nivel personal y social a cultivar juntos el sueño de un humanismo solidario, que responda a las expectativas humanas y al proyecto de Dios.
La urgencia de un pacto mundial
"El estallido de la pandemia del Covid-19 y ahora la guerra en Ucrania, sin olvidar los muchos otros conflictos en curso en diferentes regiones del mundo", subrayó el cardenal Parolin, "hacen más urgente la necesidad de un pacto educativo global". Y el Secretario de Estado habló de la necesidad de crear una "aldea educativa", en la que todas las personas, según sus respectivas funciones, compartan la tarea de formar una red de relaciones abiertas y humanas.
Recordó el proverbio africano que advierte: se necesita una aldea entera para educar a un niño. Continuó reiterando que es necesario crear una aldea así "antes de poder educar" y explicó que, en primer lugar, hay que limpiar el terreno de la discriminación y dejar que florezca la fraternidad.
La referencia al primer Pacto Mundial por la Educación
Movido por la firme convicción de que a través de la educación podemos luchar por un mundo mejor, pocos meses después del estallido de la pandemia del Covid-19, el Papa Francisco -recordó el cardenal- lanzó el " Pacto Educativo Global", subrayando en su mensaje del 15 de octubre de 2020 que la educación es "uno de los medios más eficaces para hacer más humano nuestro mundo y nuestra historia".
De ahí la idea de implicar a múltiples actores internacionales y partes interesadas, destacando el Secretario de Estado que el proceso de aplicación de este Pacto Mundial ha dado lugar a muchas iniciativas nuevas en el ámbito continental y local.
Un tema vital
La Santa Sede, en palabras del cardenal Parolin, agradeció al Secretario General de la ONU la convocatoria de este encuentro sobre "una cuestión tan vital". Y el cardenal insistió en la importancia de "reconstruir la frágil alianza educativa introduciendo a las nuevas generaciones en los valores del respeto, el diálogo y la solidaridad mediante la inversión de los mejores recursos disponibles en una educación de calidad".
Cuatro pilares
Con sus reflexiones sobre el mensaje enviado por el Papa en el lanzamiento del Pacto Educativo Global 2022, el 12 de septiembre, el cardenal Parolin invitó a todos los que trabajan en el ámbito de la educación a guiarse por lo que denominó cuatro pilares: el primero, el principio clásico de conócete a ti mismo, seguido de cerca por el de conoce a tu prójimo, "que nos anima a tener presente al 'otro', especialmente a los que se encuentran en situaciones vulnerables".
El tercer principio es conocer la creación, "que nos inspira a cuidar nuestra casa común". Por último, "pero no por ello menos importante", el principio del conocimiento de lo trascendente, "que afirma la inclinación natural de la persona humana hacia el infinito, ampliando nuestro horizonte y nuestra capacidad de descubrir los grandes misterios de la vida". "Es esta tensión hacia el destino y la vocación de la humanidad", precisó el Secretario de Estado, "la que da a la educación su sentido más profundo y convence a los jóvenes de su valor".
Siete itinerarios para una educación integral
Es una "visión holística de la educación" que requiere compromisos precisos. Y el cardenal Parolin recordó la invitación del Papa a las organizaciones educativas de todo el mundo para que revisen sus proyectos y planes de estudio, emprendiendo siete caminos precisos.
- En primer lugar, hacer de la persona humana en su valor y dignidad el centro de todo esfuerzo educativo, tanto formal como informal;
- Escuchar las voces de los niños y jóvenes a los que transmitimos valores y conocimientos, para construir juntos un futuro de justicia, paz y vida digna para cada persona;
- Fomentar la plena participación de las niñas y jóvenes en la educación;
- Considerar a la familia como el primer y esencial lugar de la educación;
- Educar y ser educados en la necesidad de aceptación y en particular de apertura a las situaciones más vulnerables;
- Encontrar nuevas formas de entender la economía, la política, el crecimiento y el progreso que estén al servicio de la persona y de la familia humana, en el contexto de una ecología integral;
- Salvaguardar y cultivar nuestra casa común, protegiéndola de la explotación de sus recursos, según los principios de subsidiariedad, solidaridad y economía circular.
El objetivo final: hacer que la educación sea "verdaderamente integral, superando las dicotomías entre sus aspectos cognitivos, emocionales y éticos".
Iglesia y conocimiento
El cardenal Parolin recordó que la Iglesia católica, que desde sus orígenes siempre ha acompañado la evangelización con la transmisión del conocimiento, la cultura y la ciencia -a través de los monasterios como centros de cultura, con innumerables escuelas vinculadas a las Iglesias locales y con la fundación de las primeras universidades en el mundo occidental- sigue estando a la vanguardia de la educación con casi 220 mil escuelas y 1.365 universidades repartidas por todos los continentes, donde más de 70 millones de estudiantes, muchos de ellos no católicos y no cristianos, reciben una educación de calidad.
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