Tiempo Litúrgico: Pascua - Semana IV.
Color del día: Rojo.
Primera Lectura
De la primera carta del apóstol
san Pablo a los corintios (15, 1-8)
Después se le apareció a Santiago
y luego a todos los apóstoles.
Hermanos: Les recuerdo el Evangelio que yo les prediqué y que ustedes recibieron y en el cual están firmes. Este Evangelio los salvará, si lo cumplen tal y como yo lo prediqué. De otro modo, habrán creído en vano.
Les transmití, ante todo, lo que yo mismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, como dicen las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según estaba escrito; que se le apareció a Pedro y luego a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos reunidos, la mayoría de los cuales vive aún y otros ya murieron.
Más tarde se le apareció a Santiago y luego a todos los apóstoles. Finalmente, se me apareció también a mí.
Reflexión sobre la Primera Lectura
El Evangelio que os anuncié y que vosotros aceptasteis
La liturgia de la Palabra nos pone en consonancia con la celebración y el reconocimiento de Felipe y Santiago como personas de referencia en el seguimiento del Maestro. Ambos respondieron a la llamada de Jesús. Ambos iniciaron un camino de acogida, admiración, aprendizaje y, como no, también de conflicto interno con sus expectativas y el Maestro que habían asumido en sus vidas.
Si os manteneis en la Palabra que os anunciamos
Este fragmento de la carta a la comunidad de los corintos tiene como objetivo insistir en que nuestra vida, como seguidores de Jesús, sólo tiene sentido si nos mantenemos y vivimos en la Palabra que nos fue anunciada. El autor de la carta insiste con fuerza en el kerigma, en la esencia de nuestra fe: que la muerte de Jesús nos redime y nos salva.
Este misterio de salvación tiene como fundamento la decisión del Padre: la resurrección del Hijo; y en el Hijo, la resurrección de todos nosotros.
Si nuestra fe es solo de discurso, nuestra vida no tiene sentido, es vana, es absurda. Por eso la insistencia de Pablo en afirmar una y otra vez que la resurrección de Jesús no es imaginaria, sino una experiencia que vivieron muchas personas y de la cual dan testimonio.
Salmo responsorial
(Sal 18, 2-3. 4-5)
R/ El mensaje del Señor
llega a toda la tierra. Aleluya
- Los cielos proclaman la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día comunica su mensaje al otro día y una noche se lo trasmite a la otra noche. R.
- Sin que los cielos pronuncien una palabra, sin que resuene su voz, a toda la tierra llega su sonido y su mensaje hasta el fin del mundo. R.
Evangelio
† Del santo Evangelio
según san Juan (14, 6-14)
Tanto tiempo hace que estoy con ustedes,
¿y todavía no me conocen?
En aquel tiempo, Jesús dijo a Tomás: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí. Si ustedes me conocen a mí, conocen también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto”.
Le dijo Felipe: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta”. Jesús le replicó: “Felipe, tanto tiempo hace que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces?
Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Entonces por qué dices: ‘Muéstranos al Padre’? ¿O no crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que yo les digo, no las digo por mi propia cuenta. Es el Padre, que permanece en mí, quien hace las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Si no me dan fe a mí, créanlo por las obras.
Yo les aseguro: el que crea en mí, hará las obras que hago yo y las hará aún mayores, porque yo me voy al Padre; y cualquier cosa que pidan en mi nombre, yo la haré para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Yo haré cualquier cosa que me pidan en mi nombre”.
Reflexión sobre el Evangelio
Hace tanto que estoy con vosotros ¿y no me conoces?
Ciertamente Jesús puede decir a nuestro corazón esas mismas palabras en algunos momentos de la vida. Y es importante tomar conciencia de que seguimos el camino del discipulado como aquellos primeros hombres y mujeres. En el proceso de la fe, vamos pasando por etapas, creciendo y madurando el encuentro personal con el Maestro, con el Hijo de Dios. Acogernos, comprendernos y acompañarnos mutuamente es que lo que Jesús espera de nosotros.
Resuena con fuerza el siguiente versículo del Evangelio de hoy: “creedme (...) sino creed a las obras”. Es realmente lo concreto de la vida donde se desgrana la fe y el sentido que nos habita. Las palabras y discursos son efímeros, el viento los lleva. El compromiso real, por muy pequeño que sea, habla por sí mismo.
Muchas veces, se trata de un compromiso en el día a día bien silencioso, que no pierde tiempo en palabras que expliquen o justifiquen. Es un compromiso cuya responsabilidad brota de la experiencia y de la fe en Jesús, el Hijo de Dios. Por eso, se empeña energía, tiempo y dedicación.
Hoy resuena en nosotros el testimonio de vida de Felipe y Santiago el menor. Personas como nosotros, que haciendo su camino en el discipulado, son referentes en nuestra vida de fe.
Oración
Señor, creo en tu resurrección, creo que moriste por amor a mí y que te levantaste de entre los muertos con poder y que ahora vives y reinas eternamente. Por eso, en cada situación alzaré mi voz diciendo que tú vives.
Acción
Hoy repetiré durante el día: Jesús ha resucitado, ¡Aleluya!
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa, Hna. Ana Belén Verísimo García OP, (Dominica de la Anunciata).
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo A, 2022-2023, Conferencia Episcopal de Costa Rica.