Tiempo Litúrgico: Ordinario - Semana VIII.
Color del día: Blanco.
Primera Lectura
Del libro del profeta
Sofonías (3, 14-18)
El Señor será el rey de Israel en medio de ti.
Canta, hija de Sión, da gritos de júbilo, Israel, gózate y regocíjate de todo corazón, Jerusalén.
El Señor ha levantado su sentencia contra ti, ha expulsado a todos tus enemigos. El Señor será el rey de Israel en medio de ti y ya no temerás ningún mal.
Aquel día dirán a Jerusalén: “No temas, Sión, que no desfallezcan tus manos. El Señor, tu Dios, tu poderoso salvador, está en medio de ti. El se goza y se complace en ti; él te ama y se llenará de júbilo por tu causa, como en los días de fiesta. Apartaré de ti la desgracia y el oprobio que pesa sobre ti”.
Reflexión sobre la Primera Lectura
El pueblo de Israel, celoso de la trascendencia de Dios buscó siempre el equilibrio entre esta trascendencia divina y su obrar en medio del pueblo y en la historia humana. Dios es tan santo que sólo interviene en la historia del pueblo y en la historia humana a través de mediadores o intermediarios, de ahí la tendencia a recurrir a los ángeles, a revelaciones, a sueños, a las suertes, a los profetas y a los sacerdotes.
Sin embargo, Dios, el-siempre-otro, no teme intervenir en la vida de Israel y en la historia humana, se acerca a él, le llama, toma a Abraham, le da la ley por medio de Moisés, les anuncia la palabra y la salvación por medio de los profetas y camina entre su pueblo a través del arca de la alianza y, posteriormente, cuando se ha construido el templo, habitará en medio de Israel, mostrando su gloria al pueblo elegido.
La gloria de Dios es el rostro visible del Dios invisible, son las espaldas de Dios, aquellas que Moisés pudo ver como una concesión divina.
Pero, en Jesús, Dios realmente manifiesta su gloria, ya no sólo sus espaldas, sino todo su ser, su esencia y su poder. En Jesús, Dios se hace visible y se convierte en nuestro compañero de camino, no sólo en el camino seguro y del bienestar, sino en el dolor, en el sufrimiento y en la cruz, para manifestar que la solidaridad de Dios para con el hombre es tal que nada puede impedir que Dios experimente en sí, los estragos de la vida diaria.
Dios no es alguien ajeno al dolor y sufrimiento humanos, pues él ha querido experimentarlos en la persona de su amado Hijo Jesucristo.
Salmo responsorial
(Sal Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6)
R/ El Señor ha hecho
maravillas con nosotros.
- El Señor es mi Dios y salvador, con él estoy seguro y nada temo. El Señor es mi protección y mi fuerza y ha sido mi salvación. Sacarán agua con gozo de la fuente de salvación. R.
- Den gracias al Señor, invoquen su nombre, cuenten a los pueblos sus hazañas, proclamen que su nombre es sublime. R.
- Alaben al Señor por sus proezas, anúncienlas a toda la tierra. Griten jubilosos, habitantes de Sión, porque el Dios de Israel ha sido grande con ustedes. R.
Evangelio
† Del santo Evangelio
según san Lucas (1, 39-56)
¿Quién soy yo para que la madre
de mi Señor venga a verme?
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.
Entonces dijo María: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.
Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre y su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen.
Ha hecho sentir el poder de su brazo: dispersó a los de corazón altanero, destronó a los potentados y exaltó a los humildes. A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada.
Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel, su siervo, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia, para siempre”.
María permaneció con Isabel unos tres meses, y se volvió a su casa.
Reflexión sobre el Evangelio
En este hermosísimo pasaje, san Lucas nos ha retratado el interior de María Santísima. En él, expresa lo que sentía y pensaba, no sólo de Dios en sí mismo y su actuación para con su pueblo, sino la profunda relación que mantenía con él y que es el motor de toda su vida.
María se presenta como la Sierva del Señor y es, por ello, que su alegría más grande, está en alabar a Dios y servir a sus hermanos. Si hoy nuestra sociedad se ha vuelto más egoísta y distante, sobre todo de los necesitados, es porque se ha distanciado de Dios, porque no encuentra su alegría en alabarle, porque su relación con él es pobre y fría.
Es necesario que volvamos a encender el fuego del amor a Dios en nuestros corazones, que nos demos tiempo en nuestro agitado día para orar, para visitarlo en los sagrarios, para comulgar con más frecuencia, para reconciliarnos sacramentalmente; en fin, para crecer en nuestra amistad con el Señor. Sólo de esta manera el fuego de Dios en nuestro corazón, como en María, se transformará en caridad.
Oración
Padre lleno de amor, que has querido participar de la vida humana para así hacernos partícipes de tu vida divina, haz que vivamos con ánimo agradecido por este don que nos has dado y que, nuestra gratitud, nos lleve a vivir como Jesús, en la gratitud para contigo y en el servicio y la solidaridad con el hermano que sufre y llora.
Acción
Hoy llevaré la presencia amorosa de Dios a mis hermanos que sufren, a través de mi apoyo, comprensión y servicio.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro.
Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa.
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo A, 2022-2023, Conferencia Episcopal de Costa Rica.