Lecturas de la Misa del día y su reflexión. Domingo, 29 de octubre de 2023.


Tiempo Litúrgico: Ordinario - Semana XXX.
   Color del día: Verde.  

Memoria libre:

Primera Lectura
Del libro del Exodo (22, 20-26)
La explotación de las viudas y los
huérfanos enciende la ira de Dios.

Esto dice el Señor a su pueblo: “No hagas sufrir ni oprimas al extranjero, porque ustedes fueron extranjeros en Egipto. No explotes a las viudas ni a los huérfanos, porque si los explotas y ellos claman a mí, ciertamente oiré yo su clamor; mi ira se encenderá, te mataré a espada, tus mujeres quedarán viudas y tus hijos, huérfanos.

Cuando prestes dinero a uno de mi pueblo, al pobre que está contigo, no te portes con él como usurero, cargándole intereses.

Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, devuélveselo antes de que se ponga el sol, porque no tiene otra cosa con qué cubrirse; su manto es su único cobertor y si no se lo devuelves, ¿cómo va a dormir? Cuando él clame a mí, yo lo escucharé, porque soy misericordioso”.

Salmo responsorial
(Sal 17, 2-3a. 3bc-4. 47 y 51ab)
R/ Tú, Señor, eres mi refugio.
  • Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza, el Dios que me protege y me libera. R.
  • Tú eres mi refugio, mi salvación, mi escudo, mi castillo. Cuando invoqué al Señor de mi esperanza, al punto me libró de mi enemigo. R.
  • Bendito seas, Señor, que me proteges; que tú, mi salvador, seas bendecido. Tú concediste al rey grandes victorias y mostraste tu amor a tu elegido. R.

Segunda Lectura
De la primera carta del apóstol san
Pablo a los tesalonicenses (1, 5-10)
Abandonando los ídolos, ustedes se convirtieron
a Dios y viven en la esperanza de que venga
desde el cielo Jesucristo, si hijo.

Hermanos: Bien saben cómo hemos actuado entre ustedes para su bien. Ustedes, por su parte, se hicieron imitadores nuestros y del Señor, pues en medio de muchas tribulaciones y con la alegría que da el Espíritu Santo, han aceptado la palabra de Dios en tal forma, que han llegado a ser ejemplo para todos los creyentes de Macedonia y Acaya, porque de ustedes partió y se ha difundido la palabra del Señor; y su fe en Dios ha llegado a ser conocida, no sólo en Macedonia y Acaya, sino en todas partes; de tal manera, que nosotros ya no teníamos necesidad de decir nada.

Porque ellos mismos cuentan de qué manera tan favorable nos acogieron ustedes y cómo, abandonando los ídolos, se convirtieron al Dios vivo y verdadero para servirlo, esperando que venga desde el cielo su Hijo, Jesús, a quien él resucitó de entre los muertos, y es quien nos libra del castigo venidero.

Evangelio
† Del santo Evangelio
según san Mateo (22, 34-40)
Amarás al Señor, tu Dios,
y a tu prójimo como a tí mismo.
 
En aquel tiempo, habiéndose enterado los fariseos de que Jesús había dejado callados a los saduceos, se acercaron a él. Uno de ellos, que era doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?”

Jesús le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas”.

Reflexión sobre el Evangelio

Una persona con la que se puede charlar en torno al fuego.

Hice un viaje con un puñado de jóvenes a Cuba hace unos años. Servíamos a unas ancianas en una casa de religiosas en La Habana. Por la noche, hacíamos un rato de Adoración, luego charlábamos, nos tomábamos una cerveza… Uno de los jóvenes se acercó al mercado a media tarde, para comprar algo de comida, y se tomó una cerveza allí mismo, entre el bullicio de los precios que anunciaban quienes vendían el pescado y la carne, aunque todo era una pura escasez.

Al verle con una cerveza en la mano, un oriundo de la tierra se acercó al joven y le dijo que allí no se podía tomar cerveza, ¿y eso por qué?, le dijo el joven, porque está prohibido. Él insistió, ¿pero, por qué?, y el otro, porque siempre ha sido así. La gente que no puede vivir en libertad, acaba por no saber por qué y por qué no se hacen las cosas. Vivir de prohibiciones y obligaciones es un desatino. Ojo, porque estas cosas puedan pasar con el ejercicio de la fe cristiana, hasta llegar a convertir nuestra intimidad con el Señor en una serie de descartes morales.

Los fariseos ponen a prueba al Señor para saber cuál de los 614 mandamientos que ellos siguen, como dictámenes salidos de Dios, es el más importante para aquel que la gente llama Maestro. Es decir, los fariseos eran tan escrupulosos, que no anteponían ninguno de los preceptos, todos funcionaban como un haz de gavillas. Es curioso, los maestros de la ley sólo querían que sus discípulos se acercaran a la Torah, esos cincos primeros libros del Antiguo Testamento. Y el Señor decía que a quien tenían que acercarse era a Él, a su persona.

Ahora se entiende ese pasaje de San Juan que se lee en Navidad que parece muy complicado, “…y el Verbo se hizo carne…”, ¿el Verbo?, ¿qué Verbo? Se refiere a la Palabra de Dios, al cogollo de la ley, a los mandamientos, a todo lo que es anterior a su presencia. Porque la palabra y la ley se han hecho carne en una persona con la que se puede charlar en torno al fuego.

Los que han tenido la suerte de haber rezado ante el llamado Muro de las Lamentaciones en Jerusalén, se habrán sorprendido del estudio concienzudo y permanente de los rabinos en torno a los legajos de la ley, y cómo discuten sobre las palabras allí dichas, cómo leen, cómo guardan silencio y aprenden… En cambio, la fe cristiana es más parecida a la conversación del niño con su madre cuando vuelve del colegio.

Todo el valor del relato de un ser humano a otro, lo que denominamos encuentro, es lo que Dios ha venido a traer al mundo. El nuestro es un Dios posible de encontrar y de tratar. El amor es la única posibilidad que tiene el ser humano de encontrarse a sí mismo. Parece un contrasentido. Cuánto más te vacías, más Dios va ocupando tu territorio. Por eso el amor a los demás está tan ligado al amor a Dios.

Para los judíos, el amor a Dios y al prójimo pertenecen a universos distintos, a libros sagrados diferentes. En nuestra fe es el otro quien me dice que nunca estaré completo si no me entrego de corazón al prójimo. Por eso Jesús estaba siempre fuera de sí mismo, desalojado de lo propio. Nos pide sólo una experimentación, como si fuera un profesor de química en la sala de las probetas: date al prójimo, escucha, y así experimentarás que Dios ya no es pura abstracción.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. 

Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Adaptado de:
La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa, Archidócesis de Madrid.
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo A, 2022-2023, Conferencia Episcopal de Costa Rica.