Lecturas de la Misa del día y su reflexión. Sábado, 24 de febrero de 2024.


Tiempo Litúrgico: Cuaresma - Semana I.
   Color del día: Morado.  

Memoria libre: San Etelberto de Kent.

Oración Colecta

Convierte a ti, Padre eterno, nuestros corazones, para que, buscando siempre lo único necesario y poniendo en práctica las obras de caridad, nos concedas permanecer dedicados a tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura
Del libro del Deuteronomio
(26, 16-19)
Serás un pueblo consagrado al Señor, tu Dios.

En aquel tiempo, habló Moisés al pueblo y le dijo: “El Señor, tu Dios, te manda hoy que cumplas estas leyes y decretos; guárdalos, por lo tanto, y ponlos en práctica con todo tu corazón y con toda tu alma.

Hoy has oído al Señor declarar que él será tu Dios, pero sólo si tú caminas por sus sendas, guardas sus leyes, mandatos y decretos, y escuchas su voz.

Hoy el Señor te ha oído declarar que tú serás el pueblo de su propiedad, como él te lo ha prometido, pero sólo si guardas sus mandamientos. Por eso él te elevará en gloria, renombre y esplendor, por encima de todas las naciones que ha hecho y tú serás un pueblo consagrado al Señor, tu Dios, como él te lo ha prometido”.

Salmo responsorial
(Sal 118, 1-2. 4-5. 7-8)
R/ Dichoso el que cumple
la voluntad del Señor.
  • Dichoso el hombre de conducta intachable, que cumple la ley del Señor. Dichoso el que es fiel a sus enseñanzas y lo busca de todo corazón. R.
  • Tú, Señor, has dado tus preceptos para que se observen exactamente. Ojalá que mis pasos se encaminen al cumplimiento de tus mandamientos. R.
  • Te alabaré con sincero corazón, cuando haya aprendido tus justos mandamientos. Quiero cumplir tu ley exactamente. Tú, Señor, no me abandones. R.

Evangelio
† Del santo Evangelio
según san Mateo (5, 43-48)
Sean perfectos,
como su Padre celestial es perfecto.
 
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Han oído ustedes que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos.

Porque, si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Sean, pues, perfectos como su Padre celestial es perfecto”.

Reflexión sobre el Evangelio

Al escuchar estas palabras de Jesús, podríamos pensar: Jesús, ¿en qué mundo vives? ¿No te das cuenta de que esto no es posible vivirlo? Sin embargo, lo que acabamos de leer es Palabra de Dios, es la palabra que ha creado todo el universo y para la cual no hay nada imposible. Si Jesús dice que esto es lo que debemos hacer, es porque realmente es posible.

Quizás no de inicio, ni tampoco con gran facilidad; ciertamente, llegar a amar a quien nos ha hecho el mal, a quien nos ha ofendido y nos ha llevado "entre las patas" no es algo que se vaya a dar de manera inmediata, será todo un proceso de sanidad interior que Dios, por medio del Espíritu Santo que habita nuestros corazones, es capaz de hacer.

Es por ello que para poder perdonar de corazón, para no dejar que los insultos y problemas nos lastimen y agobien, es necesario contar con la gracia de Dios, que nos viene de una vida espiritual intensa.

La perfección en todos los ámbitos de nuestra vida, requiere tenacidad, orden y tiempo para ejercitarse. Pues lo mismo ocurre en la vida espiritual.

En la medida en que ordenamos nuestra vida para poder tener un buen rato de oración, y con constancia dedicamos tiempo a la lectura de la Palabra, siendo asiduos a la meditación y a la caridad, en esa medida nos iremos dando cuenta de lo hermoso que es la vida del Reino y desde ahí podremos, no sólo hacer lo que hoy nos pide el Señor, sino incluso cosas mucho mayores.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa.
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo B, 2023-2024, Conferencia Episcopal de Costa Rica.