Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Viernes, 23 de febrero de 2024.


Tiempo Litúrgico: Cuaresma - Semana I.
   Color del día: Morado.  


Oración Colecta

Concede, Señor, a tus fieles cumplir debidamente las prácticas de preparación a la Pascua, para que la mortificación corporal, a la que solemnemente nos comprometimos, nos sirva a todos para provecho de nuestras almas. Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura
Del libro del profeta Ezequiel
(18, 21-28)
¿Acaso quiero yo la muerte del pecador y no
más bien que enmiende su conducta y viva?

Esto dice el Señor: “Si el pecador se arrepiente de los pecados cometidos, guarda mis preceptos y practica la rectitud y la justicia, ciertamente vivirá y no morirá; no me acordaré de los delitos que cometió; vivirá a causa de la justicia que practicó. ¿Acaso quiero yo la muerte del pecador, dice el Señor, y no más bien que enmiende su conducta y viva?

Si el justo se aparta de su justicia y comete maldad, no se recordará la justicia que hizo. Por la iniquidad que perpetró, por el pecado que cometió, morirá. Y si dice: ‘No es justo el proceder del Señor’, escucha, casa de Israel: ¿Conque es injusto mi proceder? ¿No es más bien el proceder de ustedes el injusto?

Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere; muere por la maldad que cometió. Cuando el pecador se arrepiente del mal que hizo y practica la rectitud y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se aparta de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá”.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Si algún defecto podríamos encontrarle a Dios ese sería su falta de memoria para nuestros pecados. Dios, como nos lo dice hoy el Profeta, no está buscando castigarnos o enviarnos a la muerte eterna, sino todo lo contrario: continuamente, y desde la creación del hombre, ha buscado por todos los modos que el hombre lo ame, lo escuche, lo obedezca y tenga con ello la felicidad en este mundo y, después, la vida eterna.

La prueba máxima de este proyecto de Dios es habernos enviado a su propio Hijo para que por él tuviéramos esta vida profunda y llena de paz. Más aún, conoce nuestra debilidad y, como dice el salmo 103, sabe de qué barro estamos hechos, por ello no nos trata como merecemos.

Cuando nosotros vamos al sacramento de la Reconciliación con un profundo arrepentimiento, Dios nos perdona y no se vuelve a acordar de nuestras faltas jamás.

La Cuaresma es un tiempo propicio para reconciliarnos, no sólo con Dios y con los hermanos, sino incluso con nosotros mismos; es tiempo de perdonar nuestros errores, de aceptarnos como somos y proponernos o re-proponernos nuevas metas. Ten ánimo, Dios quiere que tengas vida y que la tengas en abundancia.

Salmo responsorial
(Sal 129, 1-2. 3-4ab. 4c-6. 7-8)
R/ Perdónanos, Señor, y viviremos.
  • Desde el abismo de mis pecados clamo a ti; Señor, escucha mi clamor; que estén atentos tus oídos a mi voz suplicante. R.
  • Si conservaras el recuerdo de las culpas, ¿quién habría, Señor, que se salvara? Pero de ti procede el perdón, por eso con amor te veneramos. R.
  • Confío en el Señor, mi alma espera y confía en su palabra; mi alma aguarda al Señor, mucho más que a la aurora el centinela. R.
  • Como aguarda a la aurora el centinela, aguarde Israel al Señor, porque del Señor viene la misericordia y la abundancia de la redención, y él redimirá a su pueblo de todas sus iniquidades. R.

Evangelio
† Del santo Evangelio
según san Mateo (5, 20-26)
Ve primero a reconciliarte con tu hermano.
 
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos.

Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo.

Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda.

Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de ahí hasta que hayas pagado el último centavo”.

Reflexión sobre el Evangelio

El cristiano, como nos lo muestra este evangelio, es una persona con criterios mucho muy diferentes a los del mundo y va llevando un verdadero progreso en su conversión.

Y es que el cristiano no es solamente una persona buena, que no mata, que no roba, que cumple la Ley de Dios sino que es, ante todo, un hombre o una mujer que está en búsqueda de la santidad, de la perfección, para quien no cabe siquiera el insulto al hermano.

Es alguien que encuentra en la reconciliación el verdadero camino hacia la paz y para quien la celebración del culto es más que otra cosa, un encuentro profundo con Dios y con los hermanos.

El tiempo de la cuaresma es un tiempo especial de gracia en el que Dios derrama de una manera particular su amor en nuestros corazones. ¿Por qué no empezar en este período a reconciliarnos entre nosotros, con un profundo deseo de construir la armonía en nuestros trabajos, escuelas y, sobre todo, en nuestras familias?

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Oración

Sé, Señor, que no quieres mi muerte o castigarme, sino que en realidad estás sostenidamente comprometido con mi salvación, sé que el anhelo de tu gran corazón es que escuche tu voz e instrucción, que enmiende mi camino y que viva realmente.

Quiero esa vida, Señor, la vida según tus mandamientos, la vida que tú pensaste para mí, una vida de abundancia, prosperidad y felicidad sin fin, dame tu gracia para asemejarme cada día más a ti y que mis deseos estén fundados en tu querer.

Acción

Hoy repetiré constantemente: "Señor, dame tu vida".

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa.
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo B, 2023-2024, Conferencia Episcopal de Costa Rica.