Tiempo Litúrgico: Cuaresma - Semana III.
Color del día: Morado.
Memoria libre: Santa Catalina Drexel, fundadora.
Oración Colecta
Señor Dios, fuente de misericordia y de toda bondad, que enseñaste que el remedio contra el pecado está en el ayuno, la oración y la limosna, mira con agrado nuestra humilde confesión, para que a quienes agobia la propia conciencia nos reconforte siempre tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo.
Primera Lectura
Del libro del Éxodo (20, 1-17)
Tenemos sed: danos agua para beber.
En aquellos días, el Señor promulgó estos preceptos para su pueblo en el monte Sinaí, diciendo: “Yo soy el Señor, tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto y de la esclavitud. No tendrás otros dioses fuera de mí; no te fabricarás ídolos ni imagen alguna de lo que hay arriba, en el cielo, o abajo, en la tierra, o en el agua, y debajo de la tierra.
No adorarás nada de eso ni le rendirás culto, porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso, que castiga la maldad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de aquellos que me odian; pero soy misericordioso hasta la milésima generación de aquellos que me aman y cumplen mis mandamientos.
No harás mal uso del nombre del Señor, tu Dios, porque no dejará el Señor sin castigo a quien haga mal uso de su nombre.
Acuérdate de santificar el sábado. Seis días trabajarás y en ellos harás todos tus quehaceres; pero el día séptimo es día de descanso, dedicado al Señor, tu Dios. No harás en él trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni el forastero que viva contigo. Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra, el mar y cuanto hay en ellos, pero el séptimo, descansó. Por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó.
Honra a tu padre y a tu madre para que vivas largos años en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar. No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás falso testimonio contra tu prójimo. No codiciarás la casa de tu prójimo, ni a su mujer, ni a su esclavo, ni a su esclava, ni su buey, ni su burro, ni cosa alguna que le pertenezca”.
Salmo responsorial
(Sal 18, 8. 9. 10. 11)
R/ Tú tienes, Señor,
palabras de vida eterna.
- La ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma; inmutables son las palabras del Señor y hacen sabio al sencillo. R.
- En los mandamientos del Señor hay rectitud y alegría para el corazón; son luz los preceptos del Señor para alumbrar el camino. R.
- La voluntad de Dios es santa y para siempre estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos. R.
- Que te sean gratas las palabras de mi boca y los anhelos de mi corazón. Haz, Señor, que siempre te busque, pues eres mi refugio y salvación. R.
Segunda Lectura
De la primera carta del apóstol san
Pablo a los corintios (1, 22-25)
Predicamos a Cristo crucificado,
escándalo para los hombres,
pero sabiduría de Dios para los llamados.
Hermanos: Los judíos exigen señales milagrosas y los paganos piden sabiduría. Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, que es escándalo para los judíos y locura para los paganos; en cambio, para los llamados, sean judíos o paganos, Cristo es la fuerza y la sabiduría de Dios. Porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fuerza de los hombres.
Evangelio
† Del santo Evangelio
según san Juan (2, 13-25)
Destruyan este templo
y en tres días lo reconstruiré.
Cuando se acercaba la Pascua de los judíos, Jesús llegó a Jerusalén y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas con sus mesas. Entonces hizo un látigo de cordeles y los echó del templo, con todo y sus ovejas y bueyes; a los cambistas les volcó las mesas y les tiró al suelo las monedas; y a los que vendían palomas les dijo: “Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi Padre”.
En ese momento, sus discípulos se acordaron de lo que estaba escrito: El celo de tu casa me devora.
Después intervinieron los judíos para preguntarle: “¿Qué señal nos das de que tienes autoridad para actuar así?” Jesús les respondió: “Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré”. Replicaron los judíos: “Cuarenta y seis años se ha llevado la construcción del templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?”
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Por eso, cuando resucitó Jesús de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho aquello y creyeron en la Escritura y en las palabras que Jesús había dicho.
Mientras estuvo en Jerusalén para las fiestas de Pascua, muchos creyeron en él, al ver los prodigios que hacía. Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba que nadie le descubriera lo que es el hombre, porque él sabía lo que hay en el hombre.
Reflexión sobre el Evangelio
No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre
Por Comentarista 11 | domingo, 3 marzo 2024 | Archidiócesis de Madrid
Jesús pasea por las diferentes explanadas del templo de Jerusalén y se va progresivamente indignando. Han convertido la casa de su Padre en un bullicio indigno, en un mercado, donde lo que importa son las ventas, los cambios, las ofrendas, los animales. Y Dios, el único, el importante pasa desapercibido. Esa injusticia activa la santa ira de Cristo. Y con vehemencia, con vigor, expresa con gestos y palabras que el no está dispuesto a aceptarlo.
En la actualidad también nos puede ocurrir. Tan cuidadosos con las formas, los métodos, los complementos, los medios, se nos olvide el fin único de todo lo que la Iglesia debe vivir. Es una tentación apegarnos a los medios y olvidar los fines para lo que Dios nos ha regalado la vida. No esta el ser humano hecho para el sábado, sino el sábado está al servicio de los hombres.
Todas las prácticas de la Iglesia, todas sus estructuras, todas las espiritualidades, los diferentes carismas, las distintas dinámicas pastorales tendrían que tener el mismo tamaño que el dedo de Juan el Bautista señalando y apuntando a Cristo. Parece como si, incapaces de transparentar a Dios, nos dedicásemos a escenificar acontecimientos para mayor gloria de la institución de la Iglesia. Como si muchos que decimos estar consagrados a las tareas del Reino estuviésemos en realidad dedicados a asegurar la supervivencia de las estructuras de la Iglesia.
Eso es lo que indigna a Jesús y eso fue lo que le enfrentó al poder religioso y político de su época. Necesitamos recuperar algo del espíritu profético, de quien es capaz de enfrentarse a las autoridades si vemos que no viven su vocación de servicio y de señalar a Cristo.
Jesús no ama de palabra, sino que pone su vida en juego. Ama hasta el extremo. Se ofrece a sí mismo como una víctima viva, santa, agradable a Dios. Toda la vivencia ritual y sacramental de la Iglesia tiene que acompañar una vivencia existencial. El templo no es un paréntesis a nuestra vida cotidiana. Es su origen, su fuente y tiende a lo celebrativo como a su fin. Jesús apunta a su cuerpo como el verdadero templo que acoge toda la presencia de Dios.
Y el Espíritu Santo que nos habita, que ha sido derramado en nuestros corazones, como nos dice san Pablo (cf. Rom 5,5), nos recuerda la dignidad de cada persona. Somos templos del Espíritu Santo. Por ellos debemos tratarnos con el cuidado, el cariño y la reverencia con la que nos acercamos al sagrario, al altar, a la liturgia de la Iglesia.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
Adaptado de:
La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa, Archidiócesis de Madrid.
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo B, 2023-2024, Conferencia Episcopal de Costa Rica.