Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana XVII.
Color del día: Blanco.
Memoria obligatoria: Santos Marta, María y Lázaro.
Memoria libre: San Olaf II, el Grande.
Oración Colecta
Dios todopoderoso y eterno, cuyo Hijo aceptó hospedarse en la casa de santa Marta, concédenos, por su intercesión, que sirviendo fielmente a Cristo en nuestros hermanos, merezcamos ser recibidos por ti en la mansión del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Primera Lectura
Del libro del profeta
Jeremías (13, 1-11)
Este pueblo será como este cinturón,
que no sirve para nada.
El Señor me dijo: “Ve a comprar un cinturón de lino y póntelo en la cintura, pero no lo metas en el agua”. Compré el cinturón y me lo puse en la cintura, según la orden del Señor.
Entonces el Señor me habló por segunda vez y me dijo: “Toma el cinturón que compraste y que llevas puesto en la cintura, levántate y vete al río Eufrates y escóndelo ahí, en el agujero de una roca”. Fui y lo escondí en el Eufrates, como me había ordenado el Señor.
Al cabo de mucho tiempo, me dijo el Señor: “Levántate, vete al Eufrates y recoge el cinturón que te mandé que escondieras ahí”. Fui al Eufrates, escarbé y recogí el cinturón del sitio donde lo había escondido; pero el cinturón se había podrido: no servía para nada.
Entonces el Señor me habló y me dijo: “Esto dice el Señor: ‘Del mismo modo haré yo que se pudra la gran soberbia de Judá y de Jerusalén. Ese pueblo malvado se ha negado a obedecerme, se porta obstinadamente, ha seguido a otros dioses para servirlos y adorarlos, y será como este cinturón, que ya no sirve para nada.
Porque así como el cinturón va adherido al cuerpo, así quise llevar unidas a mí a la casa de Israel y a la casa de Judá, para que fueran mi pueblo, mi fama, mi gloria y mi honor; pero ellos no me escucharon’ ”.
Reflexión sobre la Primera Lectura
De nuevo el profeta Jeremías envía palabras duras al pueblo, con el mismo propósito de todos los profetas enviados por Dios: que el pueblo reconozca sus errores y regrese de nuevo al Señor.
Sin embargo, el pueblo ha endurecido su corazón, se ha llenado de soberbia y orgullo por tener muchas riquezas, un templo hermoso y estabilidad política; todo esto lo ha llevado a alejarse cada vez más de Dios y a llevar una vida religiosa en la que se mezclan incluso los dioses paganos.
Han perdido totalmente el respeto por Dios y por esta razón Dios dejará que les suceda como al cinturón, se pudrirán.
Palabras fuertes que deben de resonar también en nuestro corazón, pues ninguno está exento de esta contaminación que nuestro mundo moderno realiza en nuestra sociedad cristiana en la que es fácil empezar a seguir dioses falsos, sobre todo, cuando en nuestra vida todo va bien; cuando hay salud y bienestar económico es fácil que la astucia del demonio nos lleve, como al pueblo de Israel, a separarnos de Dios.
Vemos con tristeza que hay gente que con facilidad deja de ir a misa porque se fue a un día de campo, a una reunión, por ver un programa de televisión, o simplemente porque ese domingo tiene flojera. El profeta Jeremías nos invita a cambiar nuestra actitud para con Dios y tenerlo verdaderamente como el centro de nuestra vida.
Salmo responsorial
(Deut 32, 18-19. 20. 21)
R/ Abandonaron a Dios, que les dio la vida.
- Abandonaron a Dios, que los creó, y olvidaron al Señor, que les dio la vida. Lo vio el Señor, y encolerizado, rechazó a sus hijos y a sus hijas. R/
- El Señor pensó: “Me les voy a esconder y voy a ver en qué acaban, porque son una generación depravada, unos hijos infieles. R/
- Ellos me han dado celos con un dios que no es Dios y me han encolerizado con sus ídolos; yo también les voy a dar celos con un pueblo que no es pueblo y los voy a encolerizar con una nación insensata”. R/
Evangelio
† Del santo Evangelio
según san Juan (11, 19-27)
Creo firmemente que tú eres el Mesías,
el Hijo de Dios.
En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para consolarlas por la muerte de su hermano Lázaro. Apenas oyó Marta que Jesús llegaba, salió a su encuentro; pero María se quedó en casa.
Le dijo Marta a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas”. Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará”. Marta respondió: “Ya sé que resucitará en la resurrección del último día”.
Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees tú esto?” Ella le contestó: “Sí, Señor. Creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”.
Reflexión sobre el Evangelio
Este pasaje de san Juan nos muestra cómo se debe actuar ante la desilusión religiosa. Muchas veces, nosotros pensamos igual que Marta: “Si tú hubieras estado, mi esposo no habría perdido el trabajo, mi hijo estaría vivo, esta enfermedad no hubiera azotado a nuestra familia.”
Y en ese momento viene a nosotros la gran tristeza, la gran desilusión que muchas veces nos acompañará durante toda la vida, robándonos la felicidad, y alejándonos de Dios, y con ello, de la paz y del verdadero amor.
Marta nos muestra hoy que, el que las cosas no sean o hayan sido como “ella” esperaba, esto no significa que no vayan a ser como finalmente más conviene a los planes de Dios, que siempre son fuente de bendición y de paz para todos. Nuestro problema es que siempre esperamos que Dios haga las cosas como a “nosotros” nos parece que deberían ser hechas.
Y Dios no siempre lo piensa así, pues él ve los corazones y el bienestar de todos, no sólo el nuestro. Finalmente, el plan de Dios, no es sanarnos, sino llevarnos a la vida eterna y para ello es necesario, como hoy lo vemos en Marta, hacer una confesión de fe en Jesús como Señor y Mesías.
Cuando ponemos nuestros planes y proyectos en Dios, todo se transforma en paz y serenidad. Sabemos que Dios nos ama, como amaba a esta familia y que si ha ocurrido así, no es porque no supiera de nuestras necesidades, sino porque así convenía a su proyecto, al proyecto de Dios para la salvación de todos lo hombres. Confía en él, realmente Jesús es el Mesías salvador.
Oración después de la comunión
Señor, que la santa comunión del Cuerpo y la Sangre de tu Unigénito, nos aleje de todas las cosas pasajeras, para que, a ejemplo de santa Marta, podamos crecer en la tierra en un auténtico amor a ti y gozar en el cielo, contemplándote eternamente. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Plegaria
Señor, no permitas que las comodidades y la paz que tú me has regalado me aparten de ti; más bien, llévame pegado a ti como un cinturón, quiero ser parte de tu pueblo, tu fama, tu gloria y tu honor.
Acción
Hoy seré cuidadoso de mantener una actitud de humildad y sencillez ante Dios y mis semejantes.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa.
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo B, 2023-2024, Conferencia Episcopal de Costa Rica.