Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Jueves, 29 de agosto de 2024.


Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana XXI.
   Color del día: Rojo.  


Memoria libre: Santa Sabina, mártir.

Oración Colecta

Dios nuestro, tú que quisiste que san Juan Bautista fuera el Precursor del nacimiento y de la muerte de tu Hijo, concédenos que, así como él dio la vida como testigo de la verdad y la justicia, también nosotros luchemos con valentía en la afirmación de tu verdad. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Primera Lectura
De la primera carta del apóstol
san Pablo a los corintios (1, 1-9)
Por Cristo, Dios los ha enriquecido en todo.

Yo, Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, y Sóstenes, mi colaborador, saludamos a la comunidad cristiana que está en Corinto. A todos ustedes, a quienes Dios santificó en Cristo Jesús y que son su pueblo santo, así como a todos aquellos que en cualquier lugar invocan el nombre de Cristo Jesús, Señor nuestro y Señor de ellos, les deseo la gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Cristo Jesús, el Señor.

Continuamente agradezco a mi Dios los dones divinos que les ha concedido a ustedes por medio de Cristo Jesús, ya que por él los ha enriquecido con abundancia en todo lo que se refiere a la palabra y al conocimiento; porque el testimonio que damos de Cristo ha sido confirmado en ustedes a tal grado, que no carecen de ningún don ustedes, los que esperan la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. El los hará permanecer irreprochables hasta el fin, hasta el día de su advenimiento.

Dios es quien los ha llamado a la unión con su Hijo Jesucristo, y Dios es fiel.

Reflexión sobre la Primera Lectura

En este inicio de la carta encontraríamos suficiente tema para reflexionar, pero centremos nuestra atención sólo en las primeras palabras del apóstol, en su saludo a la comunidad. Llama poderosamente la atención que se refiere a ellos como "santos": "A todos ustedes, a quienes Dios ha santificado en Cristo Jesús y que son su pueblo santo".

Ya Jesús nos había dicho que esta era la realidad a la que debemos aspirar y en la que debemos de trabajar: nuestra santidad. Sobre todo, porque él mismo nos ha santificado por medio del Espíritu Santo. No tenemos entonces excusa para no serlo. Basta con dejar que Dios, que nos habita como en un templo, se manifieste en nuestra vida, en nuestros pensamientos, en nuestras palabras.

Es Dios mismo quien nos hace santos, pues "él nos ha santificado". Sin embargo, espera una respuesta a esta incitativa de santidad. Nuestra oración y nuestra vida sacramental (Eucaristía y Reconciliación) son los elementos para responder a esta gracia. Por ello, si de alguna manera genérica se debería llamar a los cristianos, sería: SANTOS. No hay excusa para no serlo. ¿Por qué no te decides hoy a ser verdaderamente santo?

Salmo responsorial
(Sal 144, 2-3. 4-5. 6-7)
R/ Siempre, Señor, bendeciré tu nombre.
  • Un día tras otro bendeciré tu nombre y no cesará mi boca de alabarte. Muy digno de alabanza es el Señor, por ser su grandeza incalculable. R/
  • Cada generación, a la que sigue anunciará tus obras y proezas. Se hablará de tus hechos portentosos, del glorioso esplendor de tu grandeza. R/
  • Alabarán tus maravillosos prodigios y contarán tus grandes acciones; difundirán la memoria de tu inmensa bondad y aclamarán tus victorias. R/

Evangelio
† Del santo Evangelio
según san Marcos (6, 17-29)
Quiero que me des ahora mismo,
en una charola, la cabeza de Juan el Bautista.
 
En aquel tiempo, Herodes había mandado apresar a Juan el Bautista y lo había metido y encadenado en la cárcel. Herodes se había casado con Herodías, esposa de su hermano Filipo, y Juan le decía: “No te está permitido tener por mujer a la esposa de tu hermano”. Por eso Herodes lo mandó encarcelar.

Herodías sentía por ello gran rencor contra Juan y quería quitarle la vida, pero no sabía cómo, porque Herodes miraba con respeto a Juan, pues sabía que era un hombre recto y santo, y lo tenía custodiado. Cuando lo oía hablar, quedaba desconcertado, pero le gustaba escucharlo.

La ocasión llegó cuando Herodes dio un banquete a su corte, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea, con motivo de su cumpleaños. La hija de Herodías bailó durante la fiesta y su baile les gustó mucho a Herodes y a sus invitados. El rey le dijo entonces a la joven: “Pídeme lo que quieras y yo te lo daré”. Y le juró varias veces: “Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino”.

Ella fue a preguntarle a su madre: “¿Qué le pido?” Su madre le contestó: “La cabeza de Juan el Bautista”. Volvió ella inmediatamente junto al rey y le dijo: “Quiero que me des ahora mismo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista”.

El rey se puso muy triste, pero debido a su juramento y a los convidados, no quiso desairar a la joven, y enseguida mandó a un verdugo que trajera la cabeza de Juan. El verdugo fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una charola, se la entregó a la joven y ella se la entregó a su madre.

Al enterarse de esto, los discípulos de Juan fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.

Reflexión sobre el Evangelio

Este pasaje que hemos leído, nos pone de frente a uno de los grandes problemas que tiene que afrontar el hombre: la fidelidad.

Por un lado, tenemos a Juan el Bautista que, sin temor, se declara abiertamente en pro de la ley de Dios y denuncia con valentía el mal proceder del rey. Por otro lado, tenemos al rey, que prefiere matar a un inocente que retractarse, simplemente por el "qué dirán". Uno ofrece su vida abiertamente sin importarle la misma muerte, el otro se acobarda por una posición delante de una sociedad corrompida.

Este caso nos invita a reflexionar y a tomar partido. Ya Jesús lo había dicho: "O estás conmigo o estás contra mi". Es decir, no podemos estar en zona neutral, pues "el que no recoge, desparrama". Es, pues, necesario hacer una opción que nos va a conducir en nuestra vida a reaccionar como Herodes o como Juan el Bautista.

O somos cristianos de tiempo completo y tomamos partido por la justicia, la paz y el amor; o seremos cobardes que nos escondemos detrás de la ley, de las políticas de nuestra oficina, gobierno o institución, para que no se vean afectados nuestros intereses.

Juan dio su vida por amor a la verdad que Dios reveló, ¿estarías tú dispuesto a hacer lo mismo?


Después de la comunión

Al celebrar el martirio de san Juan Bautista, concédenos, Señor, venerar el misterio de los sacramentos de salvación que hemos recibido y alegrarnos por sus frutos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Oración

Señor, acepto la llamada que me haces a la santidad, sé que por mis méritos o fuerzas no lo podré conseguir, pero me confío a la acción de tu Espíritu Santo y a la intercesión de la Virgen María. Toma mi esfuerzo y complétalo con tu gracia.

Acción

Hoy seré consciente de que mi rumbo es la santidad y actuaré en consecuencia, siendo imagen de Dios.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa.
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo B, 2023-2024, Conferencia Episcopal de Costa Rica.