Lecturas de la Misa del día y su reflexión. Sábado, 14 de setiembre de 2024.


Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana XXIII.
   Color del día: Rojo.  


Oración colecta

Señor Dios, que quisiste que tu Unigénito sufriera la cruz ára salvar al género humano, concédenos que quienes conocimos su misterio en la tierra, merezcamos alcanzar en el cielo el premio de su redención. Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura
Del libro de los Números (21,4b-9)
Si alguno era mordido y miraba la
serpiente de bronce quedaba curado.

En el camino, el pueblo perdió la paciencia y comenzó a hablar contra Dios y contra Moisés: "¿Por qué nos hicieron salir de Egipto para hacernos morir en el desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua, y ya estamos hartos de esta comida miserable!".

Entonces el Señor envió contra el pueblo unas serpientes abrasadoras, que mordieron a la gente, y así murieron muchos israelitas.

El pueblo acudió a Moisés y le dijo: "Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti. Intercede delante del Señor, para que aleje de nosotros esas serpientes". Moisés intercedió por el pueblo, y el Señor le dijo: "Fabrica una serpiente abrasadora y colócala sobre un asta. Y todo el que haya sido mordido, al mirarla, quedará curado".

Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un asta. Y cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba hacia la serpiente de bronce y quedaba curado.

Salmo responsorial
(Sal 77, 1-2. 34-35. 36-37. 38)
R/ No olvidemos las hazañas del Señor.
  • Pueblo mío, escucha mi enseñanza, presta atención a las palabras de mi boca: yo voy a recitar un poema, a revelar enigmas del pasado. R/
  • Cuando los hacía morir, lo buscaban y se volvían a él ansiosamente: recordaban que Dios era su Roca, y el Altísimo, su libertador. R/
  • Pero lo elogiaban de labios para afuera y mentían con sus lenguas; su corazón no era sincero con él y no eran fieles a su alianza. R/
  • El Señor, que es compasivo, los perdonaba en lugar de exterminarlos; una y otra vez reprimió su enojo y no dio rienda suelta a su furor. R/

Evangelio
† Del santo Evangelio
según san San Juan (3,13-17).
El Hijo del hombre tiene que ser levantado.

Jesús dijo a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo.

De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan Vida eterna.

Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»

Reflexión sobre el Evangelio

¡Por tu cruz, haz hecho para mí surgir la Resurrección!

¡Oh madero tres veces bienaventurado sobre el que fue extendido Cristo, Rey y Señor! ¡Madero por el que sucumbió el que había engañado a Adán, al ser clavado en su carne el que nos acorda la paz!

¡Madero tres veces bienaventurado,  sobre el que fue fijado el Redentor en su carne, el Señor! ¡Por él pereció el que engañó a Adán desde un madero, haciéndolo desobedecer ¡ ¡Por el madero bienaventurado resucitó el que para nosotros ha devenido fuente de incorruptibilidad!

Gracias a la cruz, has llamado del exilio a la raza de Adán, primer creado. Incorruptible en tu esencia, te has empobrecido voluntariamente. Tú, el impasible, Jesucristo, al asumir nuestra carne, has soportado los sufrimientos de la Pasión por nosotros. (…)

Cuando fuiste elevado en la cruz, tú mismo has bañado en tu sangre al manto real, emblema de tu poder sobre todos los seres celestiales, terrestres y subterráneos. Esa cruz la habías portado sobre tus espaldas, haciendo de ella, para mí, surgir la Resurrección.

Por tu naturaleza divina, has resucitado de entre los muertos, tú, el Poderoso, el Fuerte, y has anulado el reino de la muerte. Al descender cómo un mortal al sepulcro, Amigo del Hombre, retiraste de la corrupción toda la raza humana. 

Con fe, en nuestros himnos, proclamemos bienaventurada a la que no conoció esposo, la purísima Madre de Dios, que trajo al mundo al Maestro de todos, el que nos ha librado de la antigua condenación y nos acorda la paz.


Después de la comunión

Señor nuestro, Jesucristo, fortalecidos con este alimento santo, te pedimos que conduzcas a la gloria de tu resurrección a quienes redimiste por el madero vivificante de la cruz. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Adaptado de:
Evangelio del día, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa, Monasterio Santa Catalina del Monte Sinaí
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo B, 2023-2024, Conferencia Episcopal de Costa Rica.