Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana XXVII.
Color del día: Verde.
Memoria libre: San Daniel Comboni, misionero y fundador.
Oración Colecta
Señor Dios, que prometiste poner tu morada en los corazones rectos y sinceros, concédenos, por tu gracia, vivir de tal manera que te dignes habitar en nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Primera Lectura
De la carta del apóstol san
Pablo a los gálatas (3, 1-5)
¿Han recibido el Espíritu Santo por haber
hecho lo que manda la ley de Moisés o
por haber creído en el Evangelio?
¡Insensatos gálatas! ¿Quién los ha ofuscado para que no le hagan caso a la verdad, siendo así que les hemos presentado vivamente a Jesucristo clavado en la cruz?
Sólo quiero preguntarles una cosa: ¿Han recibido el Espíritu Santo por haber hecho lo que manda la ley de Moisés o por haber creído en el Evangelio? ¿Tan insensatos son ustedes, que, habiendo comenzado movidos por el Espíritu, quieren terminar haciendo obras meramente humanas? ¿Han recibido en vano tantos favores? Espero que no.
Vamos a ver: cuando Dios les comunica el Espíritu Santo y obra prodigios en ustedes, ¿lo hace porque ustedes han cumplido lo que manda la ley de Moisés, o porque han creído en el Evangelio?
Reflexión sobre la Primera Lectura
Los judíos, anclados en la Ley de Moisés, consideraban que lo que los hacía santos era el cumplimiento de todos los preceptos que en ella se habían escrito. Esto, como lo dirá más adelante san Pablo, tiene un fundamento y una verdad, sin embargo, Jesús nos ha revelado que es, precisamente por el Espíritu Santo, que Dios mora en nosotros como en un templo, esto hace que el hombre sea verdaderamente Santo.
Hoy se da entre muchos de nuestros cristianos un pensamiento parecido, ya que muchos piensan que la santidad viene por hacer tal o cual práctica litúrgica o devocional. La verdad es que éstas son importantes (ir a misa los domingos, rezar novenas, visitar santuarios), sin embargo, la santidad y la verdadera vida cristiana vienen al hombre por la vivencia del Evangelio y la acción de Dios en nosotros por medio del Espíritu Santo.
Es por ello que la lectura diaria del Evangelio, el profundizar en la Palabra de Dios y la oración asidua y prolongada, son los elementos que posibilitan que el Espíritu de Dios se desarrolle y produzca en nosotros la verdadera santidad.
Salmo responsorial
(Lc 1, 69-70. 71-72. 73-75)
R/ Bendito sea el Señor, Dios de Israel.
- El Señor ha hecho surgir en favor nuestro un poderoso salvador en la casa de David su siervo. Así lo había anunciado desde antiguo, por boca de sus santos profetas. R/
- Anunció que nos salvaría de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos aborrecen, para mostrar su misericordia a nuestros padres, y acordarse de su santa alianza. R/
- El Señor juró a nuestro padre Abraham concedernos que, libres ya de nuestros enemigos, lo sirvamos sin temor, en santidad y justicia, delante de él, todos los días de nuestra vida. R/
Evangelio
† Del santo Evangelio
según san Lucas (11, 5-13)
Pidan y se les dará.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Supongan que alguno de ustedes tiene un amigo que viene a medianoche a decirle: ‘Préstame, por favor, tres panes, pues un amigo mío ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle’. Pero él le responde desde dentro: ‘No me molestes. No puedo levantarme a dártelos, porque la puerta ya está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados’.
Si el otro sigue tocando, yo les aseguro que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo, por su molesta insistencia, sí se levantará y le dará cuanto necesite.
Así también les digo a ustedes: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá. Porque quien pide, recibe; quien busca, encuentra y al que toca, se le abre.
¿Habrá entre ustedes algún padre que, cuando su hijo le pida pan, le dé una piedra? ¿O cuando le pida pescado, le dé una víbora? ¿O cuando le pida huevo, le dé un alacrán?
Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial les dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?”
Reflexión sobre el Evangelio
Este evangelio tiene una doble enseñanza. La primera nos invita a no desfallecer en nuestra oración. Dios gusta de escuchar nuestras súplicas, aun cuando nos escuchó desde el principio, le gusta nuestra insistencia, quizás para fortalecer nuestra fe. La segunda es que Dios se porta como un padre que no da cosas que puedan ser negativas o nocivas para sus hijos.
Por ello, no todo lo que pedimos se nos dará. Estas dos enseñanzas deben ir siempre unidas, ya que, como no sabemos qué cosa es buena o mala para nuestra vida y la de los demás, debemos pedir con insistencia y sin desfallecer.
Pero, por otro lado, debemos de mantener la paz en nuestro corazón, sabiendo que Dios no nos concederá lo que, en su infinito amor, sabe que podría ser peligroso para nuestra vida material y sobre todo, espiritual. Aprendamos a confiar en el infinito amor de Dios y a no desfallecer en nuestra oración.
Antífona de la Comunión
Bueno es el Señor con los que en él confían, con aquellos que lo buscan.
Después de la comunión
Saciados, Señor, por este manjar celestial, te rogamos que nos hagas anhelar siempre este mismo sustento por el cual verdaderamente vivimos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Oración
Señor, dame tu vida, dame la clase de vida que tú das y que procede del encuentro y amistad profundas contigo; yo por mi parte quiero decirte que quiero permanecer en unión perfecta con la novedad de tu Espíritu Santo.
Acción
Hoy durante el día diré constantemente "Ven, Espíritu Santo", y me haré consciente de que el Espíritu de Dios es quien consuma mi unión perfecta con él.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa.
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo B, 2023-2024, Conferencia Episcopal de Costa Rica.