Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana XXXII.
Color del día: Verde.
Memoria libre: San José María Pignatelli, presbítero.
Oración Colecta
Señor Dios, creador y soberano de todas las cosas, vuelve a nosotros tus ojos y concede que te sirvamos de todo corazón, para que experimentemos los efectos de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Primera Lectura
De la carta del apóstol
san Pablo a Filemón (7-20)
Recíbelo, pero no ya como esclavo,
sino como hermano amadísimo.
Querido hermano: Recibí gran alegría y consuelo, con motivo de tu caridad con los hermanos, porque gracias a ti se sienten reconfortados.
Por eso, aunque como apóstol de Cristo tengo pleno derecho a ordenarte lo que debes hacer, prefiero pedírtelo en nombre del amor. Yo, Pablo, ya anciano y ahora, además, prisionero por la causa de Cristo Jesús, quiero pedirte algo en favor de Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado para Cristo aquí en la cárcel. El en otro tiempo te fue inútil, pero ahora es muy útil para ti y para mí. Te lo envío. Recíbelo como a mí mismo.
Yo hubiera querido retenerlo conmigo, para que en tu lugar me atendiera, mientras estoy preso por la causa del Evangelio. Pero no he querido hacer nada sin tu consentimiento, para que el favor que me haces no sea como por obligación, sino por tu propia voluntad.
Tal vez él fue apartado de ti por un breve tiempo, a fin de que lo recuperaras para siempre, pero ya no como esclavo, sino como algo mejor que un esclavo, como hermano amadísimo. El ya lo es para mí. ¡Cuánto más habrá de serlo para ti, no sólo por su calidad de hombre, sino de hermano en Cristo! Por tanto, si me consideras como compañero tuyo, recíbelo como a mí mismo.
Y si en algo te perjudicó o algo te debe, ponlo a mi cuenta. Yo, Pablo, te lo pagaré, y esto lo firmo de mi puño y letra. Y eso para no mencionar que tienes una deuda conmigo, que eres tú mismo. Sí, hermano, hazme este favor por nuestra unión con el Señor, para que confortes mi corazón en Cristo.
Reflexión sobre la Primera Lectura
Este pequeño fragmento de la carta de san Pablo a Filemón nos muestra lo que verdaderamente significa la amistad y la solidaridad con el hermano. Jesús, en una de las parábolas más bellas en la que nos ilustra lo que significa mi "prójimo", nos narra cómo "el buen samaritano" no sólo se preocupó del herido cuando lo encontró, sino que dijo al del mesón: ten estas monedas y si gastas algo más yo te lo daré a mi regreso.
San Pablo comprendió bien que el amor cristiano, de manera particular por los amigos, tiene que llegar a comprometer hasta nuestros propios bienes. Sabe que la amistad en Cristo puede llegar a ser incluso mayor que la de la sangre y por eso ofrece, él mismo, pagar cualquier deuda que el esclavo hubiera dejado en casa de su patrón.
Ser amigo significa ser solidario cuando el amigo se encuentra en desventaja o en dificultad. Ser cristiano es ser verdaderamente amigo, al estilo de Jesús, hasta las últimas consecuencias. Es estar dispuesto a comprometer incluso la vida por el amado.
Si quieres saber qué tan profundamente ha calado el Evangelio en tu vida pregúntate ¿Hasta dónde estarías dispuesto a comprometer tus recursos por el bien de un amigo en dificultad?
Salmo responsorial
(Sal 145, 7. 8-9a. 9bc-10)
R/ El Señor ama al hombre justo.
- El Señor siempre es fiel a su palabra y es quien hace justicia al oprimido; él proporciona pan a los hambrientos y libera al cautivo. R/
- Abre el Señor los ojos de los ciegos y alivia al agobiado. Ama el Señor al hombre justo y toma al forastero a su cuidado. R/
- A la viuda y al huérfano sustenta y trastorna los planes del inicuo. Reina el Señor eternamente, reina tu Dios, oh Sión, reina por siglos. R/
Evangelio
† Del santo Evangelio
según san Lucas (17, 20-25)
El Reino de Dios ya está entre ustedes.
En aquel tiempo, los fariseos le preguntaron a Jesús: “¿Cuándo llegará el Reino de Dios?” Jesús les respondió: “El Reino de Dios no llega aparatosamente. No se podrá decir: ‘Está aquí’ o ‘Está allá’, porque el Reino de Dios ya está entre ustedes”.
Les dijo entonces a sus discípulos: “Llegará un tiempo en que ustedes desearán disfrutar siquiera un solo día de la presencia del Hijo del hombre y no podrán. Entonces les dirán: ‘Está aquí’ o ‘Está allá’, pero no vayan corriendo a ver, pues así como el fulgor del relámpago brilla de un extremo a otro del cielo, así será la venida del Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser rechazado por los hombres de esta generación”.
Reflexión sobre el Evangelio
Dos enseñanzas fundamentales nos deja hoy nuestro Señor: primera, y quizás la más importante, el Reino de los cielos es ya una realidad, es decir, el cielo está ya entre nosotros.
Sin embargo, es una realidad que sólo es visible y puede ser vivida en la medida en que entramos en la esfera divina mediante la gracia que produce el Espíritu Santo; es decir, en la medida que alimentamos al Espíritu en nuestra vida por medio de la oración, los sacramentos y la meditación diaria de la palabra de Dios, se abre delante de nosotros el horizonte del Reino, en donde el amor, la alegría y la paz son una verdadera realidad.
La segunda, y que se sigue de ésta es: ¿Quién estará preocupado por la llegada definitiva de Jesús, si Jesús es ya una realidad en nuestros corazones y en nuestra vida? Las profecías "apocalípticas" son sólo para los que no viven en gracia, ellos sí tienen por qué preocuparse.
Antífona de la Comunión
El cáliz de bendición, por el que damos gracias, es la unión de todos en la Sangre de Cristo; y el pan que participamos es la participación de todos en el Cuerpo de Cristo.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
Después de la comunión
Que el efecto de este don celestial, Señor, transforme nuestro cuerpo y nuestro espíritu, para que sea su fuerza, y no nuestro sentir, lo que siempre inspire nuestras acciones. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Oración
Señor, enséñame a procurar a mis amigos, a darme tiempo para ellos, a escucharlos, a animarlos e incluso, exhortarlos cuando sea necesario, bendícelos y, gracias por dejarme contar con ellos.
Señor Jesús, tú eres mi más grande y fiel amigo, siempre estás cuando te necesito, suples mis necesidades, me animas, me diriges; gracias por esa dulce amistad que inmerecidamente me regalas, por eso te pido que tu Espíritu Santo me llene de tu gracia y me enseñe a ser amigo tuyo, a escucharte, atender tus deseos, esforzarme y dar lo mejor de mí para complacerte.
Acción
Hoy llamaré a algunos de mis amigos, especialmente a aquellos que estén en alguna dificultad y veré si puedo ayudar de algún modo. Además buscaré la manera de tener un detalle de amistad para con Dios.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa.
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo B, 2023-2024, Conferencia Episcopal de Costa Rica.