Tiempo Litúrgico: Cuaresma. Semana II.
Color del día: Blanco.
Antífona de entrada
Cf. Lc 12, 42
Este es el administrador fiel y prudente a quien el Señor puso al frente de su servidumbre.
Oración colecta
Concédenos, Dios todopoderoso, que tu iglesia conserve siempre y lleve a su plenitud los primeros misterios de la salvación humana que confiaste a la fiel custodia de san José. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
El Señor Dios le dará el
trono de David, su padre
Lectura del segundo libro de
Samuel 7, 4-5a. 12-14a. 16
En aquellos días, vino esta palabra del Señor a Natán: «Ve y habla a mi siervo David: «Así dice el Señor: Cuando se cumplan tus días y reposes con tus padres, yo suscitaré descendencia tuya después. Al que salga de tus entrañas le afirmaré su reino.
Será él quien construya una casa a mi nombre y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre.
Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo.
Tu casa y tu reino se mantendrán siempre firmen ante mí; tu trono durará para siempre”».
Palabra de Dios.
Reflexión sobre la Primera Lectura
En el Libro de Samuel, Dios le hace a David una promesa extraordinaria: su descendencia y su reino no tendrán fin. Esta profecía encuentra su plenitud en Jesús, el Hijo de David. Y es San José, con su papel silencioso pero esencial, quien le da a Jesús el linaje davídico, insertándolo en la historia de esa promesa.
Y es que, podemos ver en José una imagen conmovedora de la paternidad de Dios. Aunque no engendra biológicamente a Jesús, lo ama cual padre natural que es. En su hogar, Jesús aprende a decir “Abbá” a Dios, porque primero le dice “padre” a José.
Así, la promesa hecha a David se cumple en Jesús, pero en ese proceso, José desempeña un papel silencioso y fiel: sostenerla, protegerla y vivirla. Y de algún modo, nosotros y nosotras también estamos llamados a hacer lo mismo en nuestra vida, incluso cuando no comprendemos del todo el plan de Dios.
Salmo responsorial
Sal 88, 2-3. 4-5. 27 y 29
R. Su linaje será perpetuo.
- Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades. Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno», más que el cielo has afianzado tu fidelidad. R.
- «Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo: Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades». R.
- «Él me invocará: “Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora”; Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable». R.
SEGUNDA LECTURA
Apoyado en la esperanza,
creyó contra toda esperanza
Lectura de la carta del apóstol san
Pablo a los Romanos 4, 13. 16-18. 22
Hermanos:
No por ley sino por la justicia de la fe recibieron Abrahán y su descendencia la promesa de que iba a ser heredero del mundo.
Por eso depende de la fe, para que sea según gracia; de este modo, la promesa está asegurada para toda la descendencia, no solamente para la que procede de la ley, sino también para la que procede de la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros.
Según está escrito: «Te he constituido padre de muchos pueblos»; la promesa está asegurada ante aquel en quien creyó, el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que no existe.
Apoyado en la esperanza, creyó contra toda esperanza que llegaría a ser padre de muchos pueblos, de acuerdo con lo que se le había dicho: «Así será tu descendencia».
Por lo cual le fue contado como justicia.
Palabra de Dios.
Reflexión sobre la Segunda Lectura
San Pablo, en su carta a los Romanos, nos recuerda que Abraham creyó en la promesa de Dios contra toda esperanza, confiando plenamente en el Señor.
Y esta misma fe se ve en San José cuando descubre que María esperaba un hijo que no era suyo, ya que seguramente su mundo entonces se tambaleó. Y cuando Dios le habla en sueños y le pide que confíe, como vemos también en el Evangelio, sin pedir pruebas ni cuestionar, José obedece, porque tiene plena confianza en la fidelidad de Dios.
La fe de José fue activa y valiente: aceptó a María, protegió a Jesús de Herodes, huyó a Egipto y vivió en Nazaret. Su fe se tradujo en decisiones diarias, llenas de amor y servicio.
José es nuestro modelo. A menudo, Dios nos pide confiar sin verlo todo claro. Nos invita a caminar con fe, como Abraham y José, seguros de que Él cumple sus promesas, seguros de que Dios, es fiel.
Aclamación antes del Evangelio
Sal 83, 5
R. Grandes y maravillosas son tus obras, Señor.
La semilla es la palabra de Dios, y el sembrador es Cristo; todo el que lo encuentra vive para siempre. R.
EVANGELIO
José hizo lo que le había
mandado el ángel del Señor
Lectura del santo Evangelio
según san Mateo 1, 16. 18-21. 24a
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no tengas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.
Palabra del Señor.
Reflexión sobre el Evangelio
Una vez más en el Evangelio de hoy, que celebramos San José, se nos enseña que la fe no requiere entenderlo todo desde el punto de vista racional, sino que más allá de la razón, debemos confiar y actuar según la voluntad de Dios.
José no es un protagonista visible, pero es indispensable en el plan de Dios. Nos enseña que el servicio silencioso y la fidelidad en lo oculto tienen un valor inmenso. En un mundo que busca reconocimiento, protagonismo, “likes” y viralizaciones, José nos recuerda que lo esencial muchas veces sucede en el silencio de la entrega diaria.
Que, como San José, aprendamos a confiar en Dios más allá de nuestras incertidumbres y a responder con generosidad a Dios, incluso cuando no comprendamos del todo sus caminos. Que San José nos enseñe a vivir una fe activa, confiada y esperanzada, sabiendo que Dios nunca falla.
Como San José, ¿en qué aspectos de mi vida estoy llamado a confiar en Dios sin tener todas las respuestas?
En mi familia, en mi trabajo o en mi comunidad, ¿cómo puedo reflejar la fidelidad y el amor silencioso de San José?
¿Cuido la presencia de Dios en mi vida con la misma ternura con la que José cuidó a Jesús?
Antífona de comunión
Mt 25, 21
Siervo bueno y fiel: entra en el gozo de tu Señor.
Oración después de la comunión
Defiende, Señor, con tu protección continua a tu familia, alegre por la solemnidad de san José, y, al saciarla con el alimento de este altar, conserva con bondad tus dones en ella. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración
Señor, tu amor y tu voluntad son eternas, permíteme saber escucharte y aceptar de ti lo que pides para que, como san José, sepa continuar tu obra salvadora haciendo tu voluntad cada día sin afectar ni interrumpir tu Plan de Salvación.
Acción
Hoy dedicaré un tiempo del día a la convivencia, bienestar y educación familiar.
Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Frailes Dominicos de España, Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).