El Concilio de Nicea. Crédito: Vatican News
De regreso a Nicea, como hermanos
03 abril 2025
Andrea Tornielli | Editorial Vatican News
➤ La relevancia del Primer Concilio Ecuménico en el documento de la Comisión Teológica Internacional.
Volver a Nicea 1700 años después, durante el Jubileo de 2025, significa en primer lugar reencontrarnos como hermanos con todos los cristianos del mundo: la confesión de fe surgida del primer concilio ecuménico es de hecho compartida no solo por las Iglesias orientales, las Iglesias ortodoxas y la Iglesia católica, sino que es también común a las comunidades eclesiales nacidas de la Reforma.
Significa reunirse entre hermanos en torno a lo que es verdaderamente esencial, porque lo que nos une es más fuerte que lo que nos separa: «Juntos, creemos en Dios Uno y Trino, en Cristo verdadero hombre y verdadero Dios, en la salvación en Jesucristo, según las Escrituras leídas en la Iglesia y bajo la moción del Espíritu Santo. Juntos, creemos en la Iglesia, el bautismo, la resurrección de los muertos y la vida eterna».
Este es uno de los puntos centrales del documento «Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador», publicado por la Comisión Teológica Internacional para la conmemoración de Nicea.
Uno de los objetivos del primer concilio ecuménico fue determinar una fecha común para la celebración de la Pascua, una cuestión controvertida ya en la Iglesia de los primeros siglos: unos la celebraban junto con el Pésah judío, el 14 del mes de Nisán, y otros el domingo siguiente al Pésah judío. Nicea contribuyó a encontrar una fecha común al fijar el domingo siguiente a la primera luna llena de primavera como fecha para la celebración de la Pascua.
La situación cambió en el siglo XVI con la reforma del calendario de Gregorio XIII: las Iglesias de Occidente calculan ahora la fecha según este calendario, mientras que las de Oriente siguen utilizando el calendario juliano utilizado en toda la Iglesia antes de la reforma gregoriana.
Pero es significativo y profético que precisamente en el aniversario de Nicea este año todas las Iglesias cristianas celebren la Pascua el mismo día, el domingo 20 de abril. Es un signo y una esperanza para llegar cuanto antes a una fecha aceptada por todos.
Además del aspecto ecuménico, hay un segundo aspecto que hace tan actual este retorno a Nicea. Ya en la última década del siglo pasado, el entonces cardenal Joseph Ratzinger señalaba como un verdadero desafío para el cristianismo el de un «nuevo arrianismo», es decir, la creciente dificultad para reconocer la divinidad de Jesús tal como se profesa en la fe cristológica de la Iglesia: se le considera un gran hombre, un revolucionario, un maestro excepcional, pero no Dios.
Existe, sin embargo, otro riesgo, que también se subraya en el nuevo documento, y es exactamente el espejo y el riesgo opuesto, a saber, el de dificultar la admisión de la plena humanidad de Cristo. Jesús puede experimentar fatiga, sentimientos de tristeza y abandono, así como ira. En efecto, el Hijo ha elegido vivir plenamente nuestra humanidad.
En Él, en la humanidad expresada en cada momento, en su dejarse «herir» por la realidad, en su conmoverse ante el sufrimiento de los que encontraba, en su decir sí a las peticiones de los pobres que le pedían ayuda, vemos reflejado en potencia lo que significa ser humano y, al mismo tiempo, vemos reflejado el poder de una divinidad que eligió abajarse y vaciarse para hacernos compañía y salvarnos.
Concilio de Nicea. Crédito: Vatican News
El Credo de Nicea, documento de identidad del cristiano
03 abril 2025
Vatican News
➤ Publicado por la Comisión Teológica Internacional, el documento “Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador - 1700 aniversario del Concilio Ecuménico de Nicea (325-2025)” está dedicado a la asamblea que ha pasado a la historia por el Símbolo que proclama la fe en la salvación en Jesucristo y en el Dios Único, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Cuatro capítulos bajo el lema de la promoción de la unidad de los cristianos y la sinodalidad en la Iglesia.
El próximo 20 de mayo, el mundo cristiano conmemorará el 1700 aniversario de la apertura del primer concilio ecuménico, el celebrado en Nicea en 325, que pasó a la historia principalmente por el Credo que recoge, define y proclama la fe en la salvación en Jesucristo y en el Dios Único, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Completado posteriormente por el Concilio de Constantinopla en 381, el Credo de Nicea se convirtió en la práctica en el documento de identidad de la fe profesada por la Iglesia.
Por este motivo, la Comisión Teológica Internacional (CTI) decidió dedicar un documento de casi setenta páginas al Concilio convocado por el emperador Constantino en Asia Menor, con el doble objetivo de recordar su significado fundamental y poner de relieve los extraordinarios recursos del Credo, relanzándolos en la perspectiva de la nueva etapa de evangelización que la Iglesia está llamada a vivir en el actual cambio de época.
Entre otras cosas, porque el aniversario se celebra durante el Jubileo de la Esperanza y coincide con la fecha de la Pascua para todos los cristianos, orientales y occidentales.
Por estas razones, “Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador - 1700 aniversario del Concilio Ecuménico de Nicea (325-2025)”, éste es el título del documento publicado hoy, jueves 3 de abril, no es un simple texto de teología académica, sino que se propone como una síntesis que puede acompañar la profundización de la fe y su testimonio en la vida de la comunidad cristiana.
Además, en Nicea se expresaron por primera vez la unidad y la misión de la Iglesia a nivel universal (de ahí el título de “ecuménica”) en la forma sinodal de ese camino, convirtiéndose así también en punto de referencia e inspiración en el proceso sinodal en el que está implicada hoy la Iglesia católica.
Fuentes: