Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Martes, 22 de abril de 2025.


Tiempo Litúrgico: Pascua.
   Color del día: Blanco.  


Antífona de entrada
CF. Eclo 15, 3-4

Les dio a beber agua de sabiduría; si se apoyan en ella, no vacilarán; los ensalzará para siempre. Aleluya.

Gloria

Gloria a Dios en el Cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre Todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.

Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; Tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo Tú eres Santo, sólo Tú Señor, sólo Tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo, en la gloria de Dios Padre. Amén.

Oración colecta

Oh, Dios, que nos entregaste los auxilios pascuales, continúa favoreciendo a tu pueblo con estos dones celestes, para que, habiendo alcanzado la libertad verdadera, pueda gozar en el cielo de la alegría que ya ha empezado a gustar en la tierra. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
Convertíos y bautizaos todos
en nombre de Jesucristo

Lectura del libro de los Hechos
de los apóstoles 2, 36-41

El día de Pentecostés, decía Pedro a los judíos: «Con toda seguridad conozca toda la casa de Israel que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías».

Al oír esto, se les traspaso el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: «¿Qué tenemos que hacer, hermanos?».

Pedro les contestó: «Convertíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesús, el Mesías, para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y para los que están lejos, para cuantos llamare a sí el Señor Dios nuestro».

Con estas y otras muchas razones dio testimonio y los exhortaba diciendo: «Salvaos de esta generación perversa».

Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día fueron agregadas unas tres mil personas.

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Primera Lectura

José Prado, un laico dedicado de tiempo completo a la evangelización, decía que en la antigüedad bastaba un sermón para convertir a miles de personas, hoy, ni con mil sermones logramos convertir a una persona.

La razón de ello sea tal vez que Pedro estaba realmente convencido de lo que decía. Para él, Cristo no había sido una filosofía, sino una persona real, alguien que le había cambiado la vida, de ser pescador de peces a pescador de hombres.

No solamente sabía que había recibido el Espíritu Santo, sino que experimentaba su poder en él. Por ello cuando hablaba el mensaje iba cargado de la presencia de Dios, pues hablaba de su experiencia. Reconocer que Jesús ha resucitado, significa aceptar su vida y amor; significa dejarse transformar por él.

La Iglesia necesita hombres y mujeres que estén profundamente convencidos de la resurrección de Cristo y que lo testifiquen en sus oficinas, en sus escuelas, en sus hogares, viviendo de acuerdo al mensaje del Evangelio, y siendo valientes para dar razón de su fe cuando sea necesario. ¿Eres tú una de estas personas?

Salmo responsorial
Sal 32, 4-5. 18-19. 20 y 22

R. La misericordia del Señor
llena la tierra.
  • La palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. R.
  • Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. R.
  • Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. R.

Aclamación antes del Evangelio
Sal 117, 24

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Este es el día que hizo el Señor; sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.

EVANGELIO
He visto al Señor y ha dicho esto

Lectura del santo Evangelio
según san Juan 20, 11-18

En aquel tiempo, estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.

Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?».

Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».

Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.

Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?».

Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: 

«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».

Jesús le dice: «¡María!».

Ella se vuelve y le dice: «¡Rabbuní!», que significa: «¡Maestro!».

Jesús le dice: «No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: «Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro»».

María Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto».

Palabra del Señor.

Reflexión sobre el Evangelio

En los últimos años, la Iglesia ha insistido continuamente en la importante función que tienen los laicos dentro del proyecto salvífico de Dios como anunciadores y testigos de la resurrección de Cristo, como nos lo muestra hoy el evangelio.

Jesús se le revela a María Magdalena y la envía como evangelizadora, como anunciadora de la gran noticia: "Está vivo, resucitó, yo lo he visto". Es, pues, necesario que cada uno de nosotros, como María Magdalena, tomemos nuestro papel en este anuncio. Ninguna lengua se puede quedar callada: ¡Cristo está vivo!

Esto significa que la muerte y el pecado han sido vencidos, que el poder de Dios guía nuestra vida y que si vivimos y morimos con él, reinaremos con él. ¡Aleluya hermanos: Jesús ha resucitado!

Antífona de comunión
Col 3, 1-2

Si habéis resucitado con Cristo, buscado los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba. Aleluya.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Oración después de la comunión

Escúchanos, Dios todopoderoso, y, para merecer la felicidad eterna, prepara los corazones de tu familia a la que otorgaste la gracia incomparable del bautismo. Por Jesucristo, nuestro Señor,

Oración

Jesús amado, la gente te seguía porque descubría en ti el amor de Dios; ayúdame para dejar que me transforme tu Espíritu Santo, para que puede llevar a los demás esa experiencia transformadora que nos hace criaturas nuevas. Amén.

Acción

En oración haré una lista de las cosas por las que tengo que dar gracias a Dios.

Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).